El chico de las palomitas

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Eran casi las diez de la noche y no pensaba volver.  No por un rato. En París a estas horas de la noche no hay tantas cosas que me interesen por hacer, excepto ir al cine, que en este momento me parecía lo más entretenido.
Divertime mirando una muy buena peli suena genial.
Me encaminé hacia el cine con el frío calando mis huesos. Cuando salí del piso estaba vestida con un sweeter y unos jeans, solo agarre un gran abrigo. Era lo suficientemente calentito pero no hacía que la gélida noche en París sea menos fría. Así que con los dientes golpeteando llegué al cine.

-Mercy- le dije a modo de saludo a el señor de la boletería.- Que hay ahora para ver?

-Mercy madam- dijo el señor de boina con una sonrisa amable en la cara- Ahora no hay nada para ver. En quince minutos si - sonrió

-Y cual es la película?- sonreí amablemente también.

-La vie e belle- una película que había estado corriendo por años. Sabia que la película era muy triste y por eso siempre la había apartado. Mirando cualquier película soy capaz de llorar hasta en Rápidos y Furiosos, para que se den una idea. Así que entrar a esa sala de cine significaría llora y llorar, pero volver a mí casa significaría llorar por mis problemas, cosa que no quería hacer. Por lo que llorar por los problemas de un personaje ficticio sonaba mucho más tentador.

Hay decisiones que por tan tonta que parezcan nos pueden cambiar la vida. Y creo que esta decisión fue el detonante de esta historia. Y la mejor decisión que pude haber tomado.

-Deme un boleto por favor- pedí al señor de aproximadamente sesenta años.

Me volvió a sonreír amablemente, me dio el boleto, le pagué y entre.

El aire acondicionado hizo q mi cuerpo se relajara y el frío huyera, y el olor a palomitas impregnó mis fosas nasales. Casi que me olvidó de todos mis problemas, como el parcial que rendía mañana, o el echo que mi novio se quería mudar conmigo y yo no quería, o que casi estuviera apunto de pegarme.

Le pedí a la chica que vendía palomitas que me diera el tazón de palomitas más grande. Algunas personas cuando se sienten mal corren, otras duermen, otras trabajan y después están las personas como yo, que ahogan sus penas en comida.

Una vez que ya me las dio, me senté a esperar los quince minutos.

Nadie más entro durante los primeros diez minutos. Pensé que estaría sola, pero no. Al cabo de tres minutos, un grupo de cincos chicos entro riéndose a carcajadas. Bueno, no todos chicos, tres chicos y dos chicas.
No los conocía. En mi vida los había visto, no es que conociera a todo el mundo, claro que no, Paris es una ciudad enorme, pero estos chicos parecen de mi edad, así que suponía que debían estar estudiando en alguna universidad del campus, o tal vez no, y eligieron otro lugar más lejos para estudiar.

No soy una persona chismosa ni mucho menos, pero pude percatarme que no eran de aquí. Eran extranjeros, hablaban inglés. Por el acento me atreví a pensar que son ingleses. Ellos también compraron palomitas, tres tazones para ser exacta.

Una vez pasados los quince minutos, y esperar que la poquita gente bajará, me dispuse a pararme, estaba a punto de subir por las escaleras del cine cuando alguien me chocó, y tiro todas mis palomitas al suelo.

Silencio es lo único que se escuchaba. Las risas y voces de los chicos sesaron completamente.

La furia empezó a caer en mi. No me pasaba seguido, soy una persona calmada, pero tantas cosas estresantes en un día, más que en el momento en el que por fin iba a estar un poco más tranquila me tiren las palomitas con las cuales iba a desaogarme, me enojaba, de forma que no debería.

Me di la vuelta para enfrentarme a la persona que me chocó. Era uno de los chicos que entraron por la puerta. Era alto, más alto que Michael, su pelo era castaño con rulos, y tenía unos ojazos verdes esmeralda que te atrapaban. Su piel morena salipacada de bonitas pequitas. Era guapo, pero estaba  demasiado enojada para notarlo.

-Idiota- salio con mas fuerza de lo que pensaba. No soy de decir malas palabras, menos a gente que no conozco pero me siento tan furiosa con todos, con Michael porque estaba empezando otra etapa de su vida en la que me involucraba, pero yo no quería estar, con mis profesores porque me lo ponían súper difícil, con mi mamá porque ni se molestaba en llamarme. Y ahora con ese guapo chico por tirarme las palomitas. Tenía ganas de gritar y que todo Paris me escuche.- Por qué no te fijas por dónde vas?- casi, casi fue un grito.

El chico se quedó medio entumecido, claro no espera esa reacción. No fue su culpa, yo lo sé. Sólo que se cruzó conmigo en un muy mal momento, y me estaba desquitando con el.

-Lo siento, no te vi- dijo por fin.- Te compr...

- No- lo corte. Me di media vuelta y subí para dirigirme a la sala de cine. Apenas desaparecí por las escaleras, los demás chicos comenzaron a hablar. Sentía que me estaban clavando los ojos en mi espalda, pero lo deje pasar. Escuché la voz de una chica.

-Que zorra, como te pudo hablar de tal manera!

Zorra tu invecil, pensé

-Deja ya- dijo otra de las chicas- claramente no la está pasando muy bien.

Ella si me cae bien.

Al llegar al segundo piso las voces seguían pero dejé de escuchar.

Entre a la sala de cine B, era una de las salas de cine más grande que había estado, cabían perfectamente más de docientas personas, y estaba completamente vacía. Subí un par de escalones y me senté ni tan arriba ni tan abajo,  el lugar perfecto para sentarse en un cine.

Tomé mi celular y saque una bonita foto de la pantalla gigante y las butacas rojas aterciopelados. Note que tenía varios mensajes. La mayoría de Michael, no respondí ni leí ninguno. Había uno más, que me sorprendió, era de Sonia y preguntaba si estaba bien. Le respondí que sí, que estaba en un cine y que iría más tarde. De verdad me sorprendió. No nos llevavamos muy bien. Somos muy diferentes, chocamos en todo, por ejemplo; soy super ordenada, y ella super desordenada, entonces si deja una toalla mojada en el baño, me enojaba y se lo decía, a lo que ella también se enoja. Y eso es sólo un ejemplo.

Las luces de la sala se apagaron por completo, y la pantalla comenzó a brillar. Ninguno del grupito de chicos se asomó, así que creí que se fueron. Cuando la película estaba comenzando, las risas de esos chicos inundó la sala. Comenzaron a subir y cuando se percataron de que estaba yo sé cayaron, como si hubiesen visto un fantasma. El chico que me chocó se me quedó viendo pero  lo ignore olímpicamente. Subieron creo que hasta lo más alto, aún así sus intentos de susurros y sus ricitas disimuladas, siguieron escuchándose. Estuvieron así hasta la mitad de la película, y creanme que preferiría a un niño pateandome la silla. Mentira, nadie preferiría eso.

De un momento para el otro las voces sesaron, creí que ya me dejarían en paz, cuando de repente una persona se sentó justo al lado mío.

El chico que tiro mis palomitas.

Holaa!!!

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Holaa!!!

Acá va el primer capítulo de la historia.

Es bastante corto, si. Pero decidí que no quiero que los capítulos sean muy extensos.

Besos

¿Destino o Casualidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora