II

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—¡Ah! ¡Mm! —Sanji gemía adolorido mientras se aferraba a las blancas sábanas con todas sus fuerzas. Estaba en cuatro con el culo expuesto mientras Crocodile le embestía brutalmente jalando de sus cabellos.

—Eres una perra tan sucia, troia. Siempre abierta para mi... —de no ser por el sudor en su frente y su cabello desordenado, parecería que no estaba haciendo nada. Ese hombre era mutismo total.

El rubio comenzó a sollozar. Las punzadas de dolor comenzaban a sobrepasar el placer que sentía en su abusada próstata.
Amore... Me-Me haces daño...

Una fuerte nalgada fue su respuesta. Chilló, el agarre en sus mechones se tensaba cada vez más. Los resortes  de la cama rechinaban frenéticamente al tiempo que la cabecera golpeaba la pared con vehemencia.

Sanji se mordía los labios con fuerza para no gritar. Podía jurar que su cuero cabelludo podía ser arrancado, y su columna partida a la mitad en cualquier momento.

—¡Ahh! Putain, merde. Ça fait trop mal, damné! —farfulló Sanji con dientes apretados.

—Esa indecente boquita tuya. Estoy por terminar aquí, ¿estás listo para recibirlo todo? —su voz profunda y ahogada. Al no recibir respuesta propinó otro azote sin piedad.

—¡SÍ! ¡Sí! ¡Amore, sí! —el rubio jadeaba con dificultad buscando aire, ya se había venido un par de veces antes. Esto era una dolorosa sobreestimulación más que otra cosa.

Crocodile salió momentáneamente de su ano, le dio la vuelta fácilmente como si de una muñeca de trapo se tratase y ya de frente lo volvió a penetrar de una sola estocada. La saliva de Sanji chorreaba por la comisura de sus labios, gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas.

El gran pelinegro gruñó enterrando sus uñas en las caderas del rubio, bombeó un par de veces más y se detuvo en el fondo dejando salir su semen a chorros en las calientes paredes de Sanji.

Solo un breve momento más duró la unión, en cuanto estuvo reintegrado, Crocodile retiró su flácido miembro del interior. Se detuvo a ver su obra: el culo de su amante completamente rojo y rellenado con su semilla

Se reincorpororó sentándose al borde de la cama, tomó el puro que descansan en la mesa de noche, lo encendió, dando unas cuantas caladas completas satisfecho y se levantó sin mirar al aturdido rubio entre las cobijas.

—Límpiate y apúrate. Vamos a buscar a tu amigo, quiero conocerlo. —se encaminó al cuarto de baño azotando la puerta tras de sí.

Sanji miraba el techo sin enfocar un punto fijo, como si su mente se hubiera ido a algún lugar por un momento. Se levantó en sus codos alcanzando la cajetilla de cigarros que yacía en su mesa. Se llevó uno a la boca inundando sus pulmones de humo y se dejó caer boca abajo en el colchón completamente exhausto.

Mirando el humo del tabaco bailar y desvanecerse en el aire, pensó en cómo había llegado ahí, de qué forma las cosas habían terminado de esa manera. Habían pasado apenas tres años pero se sentía como una década sobre su espalda.

Todo era tan surreal, no quería seguir pensando en eso. Necesitaba dormir su mente, olvidarse de sus problemas, aunque fuera un instante nada más.

❃❃❃

A mediados de la década de los 60, una pequeña comuna entre los viñedos y châteaux de la región de Borgoña en Francia fue el lugar que vio nacer a Vinsmoke Sanji.

Rodeado de grandes lujos y riquezas, la casa señorial donde creció opulentamente es una memoria que desearía fuera borrosa en su mente junto a los rostros de su papá y sus hermanos, pues tras la muerte de su madre, un asolador infierno de maltrato y tortura se abalanzó sobre él.

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2024 ⏰

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