Parte 1.

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Neteyam Sully estaba muy feliz con la noticia, le habían fichado para un club muy importante, había firmado contento el contrato que haría que jugará unas temporadas en el club de Madrid. El viaje hasta España había sido cansado, al llegar se encontraba exhausto pero no podía evitar sentir esa felicidad de estar ahí a punto de jugar junto a otros jugadores muy importantes para el fútbol en ese momento.

Hasta cierto punto se sentía afortunado y honrado de tener la dicha de ser un jugador en el Real Madrid. Le habían notificado que en dos días debía presentarse en la cancha de entrenamientos, descanso lo que pudo esos días y ya listo para ir al entrenamiento salió del conjunto de apartamentos en el que se estaba quedando para tomar un taxi que le llevará al local. Llegó completito, daba gracias al de arriba porque no le pasó ninguna desgracia, estaba acostumbrado a que le sucedieran eventos desagradables, bien pudo haberse equivocado de dirección o algo peor le pudo haber pasado. Emocionado caminó hasta encontrarse con una recepcionista, le comentó porque venía y ella hizo una pequeña llamada por el intercomunicador que había en su escritorio.

—En unos minutos vienen por usted, si gusta sentarse en lo que llegan.

Acató lo pedido por la señorita y revisó su celular algo nervioso, ¿y si llegó muy tarde?
¿O muy temprano? Su cabeza no pudo maquinar más malos escenarios cuando vio al técnico salir por una puerta y viéndolo, lo saludó y el mexicano se levantó para acercarse a él.

—Buenos días.

—Buenos días Neteyam, ¿cómo fue tu viaje?
Espero que hayas descansado bien. —dijo el hombre sonriéndole y tratando de aligerar el ambiente.

—El viaje fue cansado pero si pude descansar
estos días.

—Perfecto ven, llegaste puntual me sorprende un poco la mayoría llegan cuando ya empezamos el calentamiento.

—Si bueno no quería dar una mala primera impresión. —decía risueño el jugador mexicano mientras seguía al hombre por los pasillos hasta llegar a los vestidores donde reconoció a algunos jugadores que se estaban alistando para entrenar, de entre ellos el que más destacaba era el conocidisimo brasileño Ao'nung, saludó brevemente a cada uno de los jugadores y comenzó a cambiarse con el uniforme que le habían proporcionado.

Estaba tan absorto en su tarea que no notó la cercanía de cierto jugador que quería entablar conversación con él.

—Hola —la suave voz lo sacó de su inmersión sacándole un pedote como diría cualquier mexicano.

—Hola —dijo algo nervioso.

—¿Neteyam verdad? —se iba a morir, sabía su nombre, aunque no debería de sorprenderle tanto. Se limitó a asentir a la pregunta del brasileño.— Un gusto, Neteyam, puedes llamarme Nung. —extendió su mano en cortesía al más joven.

—El gusto es mío Nung. —contestó tomando su mano y agitándola. El brasileño sonrió de la manera más hermosa que jamás había visto el mexicano, le recorrió un escalofrío mientras sonreía de vuelta. Por su lado Ao'nung quedó cautivado de la bella sonrisa que le estaba dedicando el más bajo, ¿cómo es que nunca lo había visto sonreír antes?

Se escuchó el llamado del entrenador para que fueran al campo, ambos jugadores caminaron juntos hasta la cancha donde no volvieron a cruzar palabras pero sí miradas furtivas que hacían a ambos sonreír anchamente, pasando desapercibidos para el resto de los presentes.

Esta dinámica se repitió por las siguientes semanas, intercambiaban unas cuantas palabras antes de los entrenamientos, en los descansos y al terminar también. Pronto tendrían un partido serio con otro club, por lo que sus semanas de solo entrenar llegaban a su fin. En la penúltima semana, al terminar el entrenamiento del día Ao'nung se acercó a Neteyam cauteloso, el mexicano lo vio acercarse a él con lentitud sonrió en su dirección y el contrario sonrió de vuelta en lo que llegaba a su lado.

La excusa perfecta [AonuNete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora