Bloody Valentine |Chanlix|

Valentine's Day

Mientras iban de camino, Felix le iba contando cosas de el, de su infancia y adolescencia.

Ahí se dio cuenta que Felix no contaba con nadie, no tenía padres gracias a un accidente de auto, y no tenía amigos cercanos a causa de su mudanza.

Ahí Chan se enteró que Felix también venía de Australia, mientras lo escuchaba hablar sentía una calidez que jamás había sentido.

Estar con Felix era diferente y cómodo.

Su aura tan pura y tierna a pesar de todo lo que pasó lo tenía encantado.

El chico iba cumpliendo sus expectativas.

Llegaron al lugar, unas cabañas que el mayor había reservado días antes, a las afueras de Seúl, lo suficientemente retirado de su vecindario.

Ambos bajaron del auto y el pecoso quedó maravillado con el lugar, todo era tan lindo, tan verde y tranquilo.

—¿Te gusta?

—¡Me encanta!— sonrió en grande —¿Reservaste este lugar por mi?

—Claro, te mereces lo mejor en un día como este.

El menor tomó algunas cosas y comenzó a caminar hacia la cabaña, mientras el mayor lo veía con una sonrisa.

El era diferente.

Felix era todo lo que el deseaba.

Tomó las cosas que quedaban en el auto y entró a la cabaña, encontrando a Felix en la cocina.

—Channie, ¿podrías ir llevando esto a la habitación— le sonrió dulce—¿Te molesta si nos quedamos ahí? Sería más cómodo y romántico.

El pelirrojo sonrió.

—Claro que no, pequeño— se acercó a él, lo tomó de su cintura y lo atrajo —Me encanta la idea de estar en la misma cama.

El rubio se ruborizó y se apegó más al mayor.

Ambos se miraron fijamente por unos segundos, sintiendo sus corazones acelerados, sus respiraciones rápidas y nerviosas, pero con la misma intensidad de deseo en sus miradas.

Justo era lo que ambos habían deseado por tanto tiempo, y por fin se tendrían el uno al otro.

—Ángel, si me sigues mirando de esa manera los postres se irán a la mierda— apretó más el agarre en la cintura del más bajo.

—¿Puedo ser tu postre, Chan?

—Oh dulzura, te aseguro que lo serás.