Capítulo 10: El Entrenamiento

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El primer rayo de sol de la mañana iluminaba tímidamente la pequeña ventana de mi habitación en la cabaña. Había pasado la noche inquieto, llena de pensamientos sobre lo que estaba por venir. Desperté temprano, decidido a enfrentar el desafío que tenía por delante. Me puse la ropa gastada que Robert me había dado y salí al aire fresco del bosque. A lo lejos, vi a Robert sentado en una roca, observando el horizonte.

- Buenos días, Damian. ¿Estás listo para empezar el entrenamiento? - preguntó sin siquiera voltear a verme.

- Sí, estoy listo - respondí con determinación, aunque en realidad sentía un nudo en el estómago.

Robert se levantó y se acercó a mí. Mirándome fijamente, dijo:

- Bien, entonces empecemos. El primer paso en tu entrenamiento será aprender a controlar tus emociones y tu mente. Un Nosferatu debe ser fuerte, pero también debe tener el control total sobre sí mismo. Si tus emociones te dominan, serás vulnerable.

Asentí, absorbiendo sus palabras mientras intentaba aplacar la inquietud en mi interior. Robert me llevó a un pequeño claro en el bosque y me hizo sentar en el suelo.

- Cierra los ojos y concéntrate en tu respiración - instruyó.

Hice lo que dijo, cerré los ojos y comencé a respirar profundamente. Traté de dejar de lado los pensamientos que se agolpaban en mi mente y me concentré solo en el ritmo de mi respiración. Poco a poco, sentí cómo la tensión en mis hombros se aflojaba y mi mente se calmaba.

- Ahora, imagina que estás en un lugar tranquilo, lejos de cualquier preocupación - continuó Robert. - Deja que esa paz te llene por completo.

A medida que seguía sus instrucciones, me sentía cada vez más relajado. Por un momento, olvidé todos mis problemas y solo me concentré en la sensación de calma que me invadía. Cuando abrí los ojos, me di cuenta de que había estado perdido en mis pensamientos durante un tiempo.

- ¿Cómo te sientes? - preguntó Robert.

- Mejor. Me siento más tranquilo - respondí sorprendido de lo efectiva que había sido esa simple técnica.

- Eso es un buen comienzo. Aprender a controlar tus emociones te dará una ventaja en cualquier situación. Ahora, pasemos a la siguiente fase. Vamos a trabajar en tu fuerza física y habilidades de combate - dijo mientras se ponía en posición de combate.

Pasamos horas entrenando. Robert me enseñó a pelear, a moverme con agilidad y a utilizar el entorno a mi favor. A pesar de mi inexperiencia, me sorprendí de lo rápido que estaba mejorando. Cada golpe que asestaba y cada defensa que ejecutaba me daban más confianza en mis habilidades.

- No está mal para un principiante - comentó Robert después de uno de nuestros enfrentamientos. - Pero aún tienes mucho por aprender. No subestimes a tus enemigos y no te confíes en exceso en tus habilidades. Esa puede ser tu perdición.

La tarde llegó antes de que me diera cuenta. Estaba exhausto, pero también emocionado por todo lo que había aprendido. Robert y yo regresamos a la cabaña. Me senté en la mesa mientras él preparaba algo de comida.

- Mañana comenzaremos con tu entrenamiento en el uso de armas. Pero por ahora, descansa y recupera tus fuerzas - dijo mientras me entregaba un plato de comida.

Durante la cena, me di cuenta de cuánto había cambiado mi perspectiva en tan solo un día. Ya no era el joven asustado que había llegado a la cabaña. Ahora tenía un propósito, una meta por la que luchar. Mis pensamientos regresaron a la imagen de la sonrisa siniestra que había presenciado el día que encontré a mi familia asesinada. No descansaría hasta que los responsables pagaran por sus actos.

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⏰ Última actualización: May 14 ⏰

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