Capitulo 1: Orígenes

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Era un día como cualquier otro en Paris, no, eso no era cierto, después de todo, era principios de septiembre, por ende las escuelas estaban de nuevo abiertas para recibir a sus alumnos, el primer día de clases, algunos estaban emocionados, otros estaban aterrados, después de todo, era un nuevo año, conocerían nuevas personas, dejarían atrás a otras, o volverían a estar con aquellos que ya conocían desde antes.

Sin embargo, no todos estaban ya en ese lugar, en otra parte de la hermosa ciudad de Paris, podemos ver una pequeña panadería, la cual no es nuestro tema de interés por este momento, sino el lugar residencial que se encontraba en la parte superior de dicho edificio, es ahí donde podemos apreciar a una pequeña familia, compuesta por un padre con una estructura física bastante robusta pero con una cara bastante amigable, una madre de complexión más pequeña en comparación de su esposo y mas delgada, y el ultimo miembro de esa pequeña familia, pero no menos importante, era la única hija del matrimonio Dupain-Cheng, Marinette una chica de 17 años, de una complexión delgada, piel pálida como la de su madre, aunque con una altura mayor, gracias a su padre, la chica media aproximadamente 1.73, una altura promedio dentro de su rango de edad, con unos hermosos ojos azules y un cabello oscuro como la noche.

La familia se encontraba actualmente desayunando en el comedor del hogar, mientras sus padres estaban comiendo tranquilamente, la chica se apresuraba a devorar lo que se encontraba en su plato, ya que se le estaba haciendo tarde para ir a clase, "Marinette, cariño, deberías de comer más despacio" su padre Tomás le decía a la chica que estaba a unos bocados de ahogarse.

"No p-Puego, ge me hage tagde" contesto aquella chica entre bocados, su madre solamente le dirigió una mirada de advertencia para que no hablara con la boca llena, a lo que la pelinegra tan solo dirigió una mirada apenada a su progenitora, mientras seguía comiendo lo más rápido que podía, al terminar con su desayuno, subió las escaleras hacia su alcoba para conseguir sus cosas para poder irse, mientras su madre le advertía que no le quedaba mucho tiempo para que se diera prisa. "No lo olvides cariño, no importa que suceda, si ellos no ven la grandiosa e increíble persona que eres, ellos se los pierden, ya habrá tiempo de hacer amigos" Sabine le dijo a su hija, con ese tono maternal y suave que utilizaba para tranquilizar y apoyar a su pequeña.

Ella sonriendo, aguantando un poco las lagrimas, abrazo a su madre y le agradeció, su padre se unió al abrazó, pero rápidamente la chica se alejo, alegando de que se le hacia tarde, una rápida despedida, y la chica estaba en camino hacia su escuela, al caminar por la calle ya cercana a su lugar de destino, de repente impacto con una persona frente a ella, haciendo que ambas cayeran, y  a su vez que las cosas que la persona sostenía. La pelinegra al ver el desastre que había ocasionado, rápidamente intentó ayudarle a recoger todo a la dama que tenia delante; una mujer no podía decir su altura, pero era alguien con una piel blanca hermosa, unos ojos color miel, una cabellera negra, rasgos finos, y por lo que podía apreciar la mujer era alguien atlética.

Al terminar de recoger las cosas que habían caído de la caja que cargaba la mujer al momento del impacto, sin embargo, a lo lejos escucho el timbre de la escuela, anunciando el inicio de las clases, lo cual provocó  que la chica palideciera al ver que llegaría tarde el primer día de clases, aún así siguió ayudando a la desconocida, tan pronto como termino, pidió disculpas y salió corriendo tan pronto como pudo hacia la escuela.

"Camille, aquí estas, ¿ y bien?" pregunto un hombre acercándose a la mujer ahora conocida como Camille, el hombre por lo que se podía apreciar era alguien alto, con piel bronceada, cabello castaño, un físico marcado, y de unos ojos verdes. "Creo que ha llegado el momento" fue lo que ella respondió, "¿Crees que estarán listos?" el preguntó, la mujer y el obre sostuvieron la mirada por un tiempo, antes de que ella suspirara y contestará "No, pero ese es nuestro problema" ante lo dicho por Camille, el hombre simplemente se hecho a reír y afirmo su declaración.

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