Corona

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―Creo haberte mencionado que no me molestes.

Una voz profunda, un hombre el cual habló con un tono que reflejaba más que el cansancio en esta.

― ¡Ayúdame una sola vez más! ―la respuesta fue jovial y demasiado aguda, el tono de desesperación presente junto con el ruego.

―Tamamo-san... ―el hombre miró a la mujer que tenía lágrimas en los ojos mientras que lo abrazaba por la cintura en reflejo a lo mucho que deseaba la atención.

― ¡Una sola vez!, creo que lo tengo por favor Emiya-san, solo una última vez y esta vez cocinare algo que sea bueno ―la voz de Tamamo sonó casi desesperada, el llanto presente y los pequeños jadeos en torno al propio llanto.

El silencio llegó, Emiya miró a su alrededor.

Estaban en Chaldea y algunos servant simplemente se quedaron quietos a verlo y como reaccionaba ante la mujer con rasgos de zorro que lloraba pidiendo que la ayudase.

Emiya solo soltó un suspiro y se agachó para ponerse a la altura de Tamamo.

―Bien, vamos, pero deja de llorar, ¿quieres? ―no quería ser amable tal como ahora, podría simplemente ignorar a la encarnación del sol de japón como lo había hecho tantas veces.

Pero podía ver a Ozymandias de fondo, con la dinámica de "hermano mayor y hermana menor" que se había desarrollado entre ambos no tenía ganas de lidiar con alguien tan molesto como lo era aquel rey.

Emiya vio como Tamamo se animó al momento en que escuchó su propuesta, no es que fuese algo que realmente se negaría hasta el final, no con lo molesta que era la mujer, pero sí era algo no podía dejar de lado como lo estaba haciendo.

―Guía el camino ―fue un tono cansado el que salió de la boca de Emiya al momento en que vio las orejas de Tamamo alzarse y recobrar su compostura. Un leve sentimiento de reconforte llegó a Emiya cuando vio como la mujer había terminado su berrinche y ahora estaba más que feliz de guiarlo a la cocina.

Emiya siguió en silencio a Tamamo quien parecía de buen humor, tarareando y viendo a su alrededor con una sonrisa, lo usual en ella, pero parecía que ahora mismo estaba de un mejor humor de lo usual.

Esta era una de las veces en las que le ayudaba a mejorar sus habilidades de cocina, Emiya al principio pensó que no sería tan malo el poder ayudar a alguien para que pudiera dar una comida decente, pero simplemente... Tamamo no tenía el talento para ello, no es que la mujer cocinara mal, pero le faltaba talento natural, se podía suplir con práctica, sí, pero Emiya tenía su propia paciencia y el tratar con Tamamo era...

― ¡Ves ahora ya traje todo lo necesario de una sola vez! ―Tamamo extendió los brazos cuando abrió la puerta de la cocina y miró la mesada al lado de las cocinas, como estas estaban cargadas con los ingredientes que ella planeaba usar.

― ¿Y dejaste los que deberían estar hasta el último momento refrigerados afuera? ―la sonrisa de Tamamo se congeló ante la mención de Emiya.

―Bueno...

―No importa, hazlo, quiero ver tú cocina, mencionaste que esta vez lo harías perfecto ―Emiya no creía en eso, dudaba en su totalidad, más solo escuchó el leve resoplido de la mujer quien movió sus orejas ya retomando una pose que mostraba más dignidad.

― ¡Esta vez te superaré! ―Tamamo no creía que eso pasara, pero al menos pensaba que podía hacer algo para poder lograr escuchar un elogio del hombre.

Fue raro para Tamamo, en un principio no supo que hacer cuando había aparecido en Chaldea, sintió como si su existencia fuese limitada.

¿Cómo podía ser la esposa perfecta cuando no sabía a quién corresponder?

NegaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora