Cadenas

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― ¡La mejor dama de santuario ha llegado y está aquí para servirte! ―la mujer dio unos pasos al frente antes de quedarse parada frente a la joven quien la había invocado―. ¡Caster Tamamo No Mae siempre estará aquí!

Una presentación animada y con una sonrisa enorme, la alegría transmitida fue incluso algo que se contagió en la sala de invocación.

La joven de cabello naranja quien había convocado al servant frente a ella solo se rio un poco cuando un brazo pasó sobre sus hombros, la mujer con orejas de zorro quien reía amenamente estaba ahora a su lado.

― ¡Será un placer trabajar con usted maestro! ―la joven de pelo naranja solo le sonrió de vuelta al sirviente recién invocado sin saber cómo lidiar con la familiaridad repentina con la que fue tratada.

Hubo algo parecido a una muestra de confianza más allá de la que otro sirviente había dado hasta ahora. La joven de pelo naranja vio como poco a poco Tamamo le dirigió una mirada de confianza y asintió con la cabeza, esperando sus indicaciones y como esta estaba feliz de servirlo.

Fue totalmente extraña esa compatibilidad tan repentina cuando recién se encontraban, era totalmente ajeno lo que esperó de quien se llamó "Tamamo no Mae" o una doncella de santuario como profesaba, esa actitud tan jovial y alegre hacia ella era como...

Si ya se hubieran conocido.

...

La primera semana para Tamamo fue tranquila. Mayormente todo fue una explicación de lo que pasaba, acontecimientos a futuro y planeación a largo plazo junto con una explicación de que debería hacer.

No se había unido al equipo principal aún a pesar de sus habilidades para ayudar a otros Servants.

Fue extraño en cierta forma, a pesar de que podía servir en el frente hubo una negativa de la maestra a dejarla ir al frente. Tamamo adjuntó ese hecho a algo más relacionado con lo que pasó el primer día.

No supo porque su cuerpo simplemente pasó a entrar en pánico al instante en que vio aquella sala para el rayshift ella quiso correr, no, de hecho lo hizo, se quedó atrás a la entrada y se hiperventiló.

Actualmente se consideraba a sí misma un sirviente inútil, porque no importaba lo preparada que estuviera, al momento de entrar en aquella sala.

Aquel sentimiento en cuanto ponía un pie dentro de aquella sala la hacía estar casi al suelo, Tamamo lo sentía, sentía que una luz verde la envolvía para fragmentarla.

― ¡Eres realmente buena cocinando! ―Tamamo se giró para ver a una mujer de pelo naranja quien tenía una enorme sonrisa con solo verla.

― ¿Es así? ―Tamamo comentó viendo como cortaba las verduras, los platos que había preparado estaban siendo servidos con prioridad, como si fuese una cocina de alta clase.

¿Desde cuándo ella era tan buena en la cocina?

Tamamo no recordaba que en vida fuera así, no recordaba haberse dedicado a cocinar tanto, si quiera recordaba que hubiera hecho algo así en otras invocaciones.

¿Desde cuándo?

Tamamo solo pudo sonreírle a la mujer quien estaba a gusto con sus acciones, por cómo cocinaba, de la forma en la que se movía dentro de la cocina.

Servil.

Tamamo a lo largo de la semana se sintió algo menos inútil en Chaldea cuando se dio cuenta que había un lugar en donde podía estar tranquila.

¿Cómo es que a ella le resultaba casi terapéutico cocinar?, le gustó el hecho que podía hacer buena comida, cosa que le servía a su objetivo.

Tamamo se detuvo.

NegaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora