El sonido de la locomotora llenaba por completo el andén 9 ¾. El vapor del tren se elevaba hasta el cielo nublado de Londres y se desvanecía con el viento. Era primero de septiembre, el inicio de las clases en Hogwarts, pero nadie parecía especialmente entusiasmado.
Había mucha gente, más de lo normal. Adultos; padres de familia y aurores que, con los hombros tensos y sonrisas forzadas, despedían a los niños que no parecían muy seguros de subir al tren. Harry podía verlos por la ventanilla del vagón que había acaparado a primera hora. Los entendía y por eso sentía mucha pena, pero no había nada que pudiera hacer por ellos.
A pesar de la cantidad de gente reunida en el lugar, no se escuchaban muchas voces, ni conversaciones, ni si quiera dentro del tren. Harry a veces podía escuchas susurros, pero no eran lo suficientemente fuertes como para perturbar el luto mentalmente acordado por los presentes.
El tren silbó anunciando que pronto partiría rumbo a Hogwarts y los chicos que aún quedaban en el andén se apresuraron a subir con sus robustas maletas de cuero llenas de los mismos libros que Harry había cargado alguna vez con tanto entusiasmo.
Harry se mordió ansiosamente el labio inferior. Había vuelto a Hogwarts para recursar su último año por voluntad propia, subió a ese tren porque así lo quiso, pero, en el fondo, aún se preguntaba si todo el esfuerzo valdría la pena con tal de hacer unos últimos recuerdos.
La puerta del compartimento se abrió repentinamente, sobresaltándolo y disipando sus melancólicos pensamientos. Estuvo a punto de abrir la boca para mentir y decir que estaba esperando a algunas personas y que no había lugar, pero no hubo necesidad.
Hermione estaba allí y Ron también. Un evento inesperado. Ambos habían decidido llegar al colegio en el auto encantado de los Weasley. Lo habían invitado, por supuesto, pero él había declinado la invitación por mero capricho. O tal vez porque esperaba que el tren fuera más seguro.
—¿Por qué? —preguntó y pensó que lo había hecho mentalmente, pero Hermione respondió:
—Porque es la última vez —dijo con esa sonrisa tranquila que le recordaba al único retrato que tenía de su mamá.
Harry sonrió de vuelta, aliviado de no tener que pasar horas en soledad con sus propios pensamientos.
Ron cerró la puerta del compartimento detrás de él y colocó las maletas en las repisas sobre la ventana. Se sentó junto a Hermione y de su túnica sacó una bolsa de papel llena de dulces; píldoras ácidas, grageas de todos los sabores, ranas de chocolate, droobles, moscas de café con leche, babosas de gelatina, varitas de regaliz, diablillos de pimienta, plumas de azúcar, sapos de menta y calderos de chocolate.
—Venías preparado, ¿he? —dijo Harry divertido.
—Supuse que harían falta... Odio los silencios incómodos y últimamente tenemos muchos de esos. ¿Quieres una rana de chocolate? Las compré sólo para ti.
Harry asintió y tomó una de las ranas de la bolsa. No tenía mucho apetito, pero sería un crimen rechazarlas, sobre todo, cuando Ron lo había hecho pensando exclusivamente en él.
Harry no lo había pasado bien después de la guerra. Suponía que nadie, pero él lo sintió mucho más personal. Habían muerto Voldemort, pero también mucha gente, gente amaba, gente que apreciaba y gente que sólo conocía pero que dejó un hueco en su corazón cuando se fue. Perdió a todas esas personas y se perdió a sí mismo.
Regresaba a Hogwarts con la esperanza de reencontrarse.
Sus amigos lo sabían. Conocían todos sus miedos e incertidumbres, por eso aún lo acompañaban, como lo habían acompañado por más de siete años. Por eso se acompañaban mutuamente, porque se necesitaban, pero Harry entendía que no sería así para siempre, que cada uno haría su vida y entonces, él tendría que mantenerse de pie sin ayuda de nadie.
—¿Cómo está Ginny? —preguntó Harry, porque tarde o temprano tendría que saberlo.
Ron dudó, Harry no sabía sí por él o por su hermana, pero al final dijo:
—Está bien. Ya pasaron tres meses, así que...
—¿Sigue enojada conmigo?
—Nunca estuvo enojada contigo —aclaró con tono severo— Te entiende. No sé, tal vez con un poco más de tiempo puedan volver a ser amigos.
—Eso me gustaría...
—Seguro que a ella también. Así que no te desanimes. Estamos aquí por una nueva oportunidad, ¿no es así? Todos lo estamos.
Ron miró a Hermione y ella asintió dirigiendo su mirada a la ventana. Harry la imitó y entendió lo que Ron trataba de decir. Todos estaban allí en busca de una nueva oportunidad; las madres con ojos rojitos, los padres con la mandíbula apretada y los aurores alerta. Estaban asustados, pero querían hacer su vida con normalidad, querían avanzar.
Querían dejar la guerra atrás.
El tren dio su último silbido y las puertas se cerraron.
(...)
Notas de la autora:
Hola, si estás aquí después de 3 años de no escribir para este fandom: gracias.
Hace mucho tiempo que no escribo, por lo que notarán que los capítulos son más cortitos de lo que solía escribir. Denme un poquito de tiempo para agarrar ritmo. Tal vez actualice tres veces a la semana.
Como siempre, agradezco sus comentarios y observaciones.
Agradezcamos a Hogwarts Legacy por regresarme el amaor al fandom. Que juego espectacular.
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Lights in the suace
FanfictionDrarry / Harco La guerra terminó y es momento de avanzar. Harry regresa a Hogwarts con la esperanza de encontrar los pedazos de sí mismo. En el camino, se reencuentra con Draco, quién parece haber encontrado un nuevo lugar favorito para alejarse de...