O1 : La soledad de Ao'nung

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Comenzaba a atardecer, con la brisa volviéndose más helada y la marea aumentando lentamente hasta un pequeño límite que tardaría en llegar. Los pescadores comenzaban a jalar sus redes y los pequeños botes e Illus se plantaban en la orilla, dejando a sus jinetes.

Él, tras acabar los deberes de un agotador día, se sentó sobre la arena, contemplando el inmenso y misterioso mar, que traía y se llevaba a muchos, con una basta historia que nunca culminaría y siendo testigo de muchos acontecimientos a través del tiempo que podrían ser hasta hoy en día un misterio.

Decidió expandir su vista y giró levemente su cabeza hacia donde el ruido lo llamó. A lo lejos observó, cerca de unas palmeras y la orilla, a su hermana, a su mejor amigo Rotxo, a los niños Sully y al malnacido humano que habían traído con ellos, un tal Spider. Quien con su sola presencia le traía un mal sabor de boca y fruncía su ceño acompañado de una ferviente mirada de odio. Como si ese chico le hubiese hecho algo. Pero si lo hizo, ¿o no?

Él era humano y los humanos mataron a Neteyam.

Aquel día en el que la batalla había culminado y se llevó al cabo el funeral de su amigo, el humano hizo su pequeño acto de presencia, atrayendo la atención de muchos y con esto, varios rumores.

La intranquilidad reinó luego de la ceremonia, llenas de críticas y dudas hacia los refugiados quienes poco a poco fueron calmando todo, apaciguando a la mayoría del pueblo, dejando a unos cuantos intrigados pero convencidos. Todos comenzaban a ceder ante la idea de tener a ese huérfano en el pueblo, inclusive sus padres que eran de muy poco flaquear. Ya eran todos en su isla.

Eran todos menos él.

Aún podía mirarlo con odio, con resentimiento, siendo parte de la raza que no solo amenazaba su planeta, sino también se llevaba a seres importantes y queridos de su vida. Los humanos crueles y malditos, trayendo desgracia a dónde fueran. Spider era uno más de ellos, eso no se le quitaba de la cabeza, nadie podía cambiar su poco compartido pensar. Ni siquiera Tuk, la pequeña Sully quien siempre le contaba lo bueno que era aquel huérfano con ellos.

Era uno más de esa familia, era un casi hermano de Lo'ak, de Kiri y de Neteyam. Había sido criado y tratado como un Omatikaya más, aunque traía hostilidad a Neytiri que aún era ajena a su presencia. Eso no fue obstáculo para aprender a convivir con ellos, a hablar su lengua, sus costumbres y demás, desprendiéndose de los lazos humanos, incluso dominando más el idioma Na'vi que el de su raza, adaptando un primitivo caminar y un cariño al que cualquiera sucumbía con su simpático humor.

Agradando de más a Tsireya y a Rotxo con el que a veces competía ridículamente por la atención de la, actualmente, mayor de los niños Sully.

Pero a él no le hacía gracia nada, ni sus chistes, ni sus bromas, ni su presencia, ni su existencia misma. Aún así nunca lo trató mal, nunca peleó con él ni nada comparado a su trato inicial con Lo'ak o Kiri, porque estaba seguro que Neteyam lo defendería tanto como a sus hermanos y no sería de su gusto.

Neteyam, Neteyam, Neteyam.

La única razón por la que no le decía nada a aquel chico y simplemente se limitaba a responderle de manera cortante, sin ignorarlo demasiado para no ser descortés pero alejándose cada que lo veía y preferiblemente, en algunas situaciones, ni lo veía, para evitar algún tipo de mal encuentro, eso no impedía que en más de una ocasión el humano se encontrara con sus ojos odiosos.

Incluso ahora, aunque trataba de evitarlo, no podía dejar de verlo de manera tan cruel, como si se tratara de la peor basura existente. Desviando por momentos su atención y decidiendo no gastar más su mirada en quien, aunque le cueste aceptar, era inocente.

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⏰ Última actualización: Dec 03, 2023 ⏰

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