1: Cábala

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DANIELA.

Normalmente se me daba bien animar a mí hermano o a los amigos de mi hermano. Tenía 23 años y estaba en la mitad de mi carrera de psicología. Años más tarde, me gustaría seguir la diplomatura de psicología aplicada en deporte. Porque me resultaba fascinante aquella pasión que sentían las personas ante realizar actividades deportivas y la manera en la que estas actividades beneficiaban al ser humano.

Daniii, te estás yendo del tema

Ah sí, animar a mí hermano.

Llegar a Qatar en compañía de Tini (el viernes en la mañana) no parecía una excelente idea. Mi hermano y la selección habían perdido en su debut contra Arabia y el ánimo en la Universidad en la que se hospedaban se sentía por los suelos.

—Por ahí los animan ustedes, viste —nos dijo Pablo Aimar, parte del equipo técnico de la selección, guiándonos dentro del predio. A mí ya me conocía bien, solía acompañar a Rodri casi siempre. Tini en cambio, era nueva en ésto. Todavía se estaba adaptando a formar parte del círculo de Rodri, pero yo trataba de ayudarle siempre. No era fácil ser la nueva novia de un futbolista que ya tenía una familia formada.

¿Pero qué se podría hacer ante los movimientos del amor?

Martina venía detrás de mí, nerviosa. Yo caminaba con más seguridad, buscando a mí hermano con la mirada. Estaban todos los chicos sentados en unos camastros junto a una piscina. Hablaban de no se qué, bebían y jugaban juegos de mesa para pasar el rato. Pero se notaba a leguas las caras largas.

—Anda a cagar mano larga, hiciste
trampa loco —sonreí divertida al escuchar la voz de Ale, el Papu Gomez. El, mí hermano y Leandro Paredes estaban sentaditos en el suelo, jugando cartas contra su capitán, Leo Messi.

—¿Cómo voy a hacer trampa pa'? —mí hermano se rió, con la expresión de que claramente hizo trampa.

Papu, Leo y Leandro clavaron la mirada en mí, al notarme primero que Rodri. Les hice la seña de silencio y ellos se miraron con complicidad.

—¿Jugando sucio, motorsito? —lo abracé por la espalda, dejando un sonoro beso en su mejilla. Rodri se extrañó volteando a mirarme y luego sonrió enormemente.

—¡Dani! —gritó.

—¡Rodri! —grité por igual.

—Lo que me faltaba, los mellizos malvados —me reí al ver a Emi Martinez rodar los ojos, mientras se colocaba las manos en la cintura.

—¿Pero que haces acá? —Rodri me tiró en su regazo, llenándome de besos— No puedo creer boludo, mi hermanita pequeña vino a verme.

—Y no soy la única sorpresa che —meneé las cejas, mudándome de asiento en medio de Leo y Leandro.

—¿Me trajiste alfajores de Argentina? —los ojitos de Rodri se iluminaron.

Sí, pero me los comí en el avión

—Mirálo vos mismo —señalé detrás de él. Rodri volteó confuso y se encontró con Martina, que lo miraba con amor. Rodri saltó directo a ella y tuvieron un abrazo de película, mientras los demás nos quedamos modo espectadores.

—El amor llegó a Qatar —se burló Nico Otamendi, con los brazos cruzados.

—Miren chicos, Dani llegó —Leandro me señaló y fue cuestión de segundos para que toda la scaloneta apareciéra. Me saludaron, abrazaron y me llenaron de cariño.

—La motorsita —Dibu me abrazó con su gran brazo, revolviéndome el cabello.

—Dejá a mí pelo en paz grandote.

Imparables | Leo MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora