P1: C2 | Secretos insostenibles (1ª Parte)

1.7K 227 48
                                    

Abrí los ojos con pesadez, distinguiendo las rústicas tablas que sostenían la litera de Castiel. Estaba mareada y un fuerte dolor de cabeza me detenía de siquiera pensar en levantarme. Los recuerdos de lo que acababa de pasar me fascinaban y aterraban a la vez, pero un extraño sentimiento de satisfacción se posó en mi corazón. Si bien lo que acababa de vivir no era una experiencia agradable, lo había logrado. Por fin, había sido capaz de responder a una de las tantas voces que reclamaban mi ayuda, y que, al fin y al cabo, no tenían la culpa de que yo no estuviera lista para cumplir con mi deber de oráculo.

Abandoné mi intento de abrir los ojos, cerrándolos para tratar de relajarme. La voz de aquel hombre, agradeciéndome por permitirle entrar al Draga, se repitió una y otra vez en mi cabeza, recordándome que, a pesar de las consecuencias físicas que estaba sufriendo, mi trabajo tenía un propósito noble.

Si bien mi cuerpo se sentía pesado y mi cabeza ardía producto del dolor, una renovada determinación me llenó. Durante mi estancia en Umbrarum, me había visto obligada a hacer muchas cosas que jamás planeé hacer. Luchar cuerpo a cuerpo, con espadas, con magia, cazar, sanar con los recursos mínimos, volar en dragón, tener visiones, matar. Ninguna de ellas había sido fácil. Todas habían requerido de entrenamiento constante, sangre, sudor y lágrimas. En todas creí que era un fracaso en un inicio, sin embargo cada una de ellas me permitió sobrevivir en el mundo salvaje que ahora llamaba mi hogar.

Mi deber como oráculo de la muerte no sería la excepción. Sabía que me esperaban largas jornadas de cansancio físico y emocional, tantas que tendría ganas de olvidarlo para siempre y nunca más volver a intentarlo. Pero también sabía que era normandia y que jamás haría algo como eso. Un día ya no sería tan difícil, un día mi deber sería parte de mí.

Empezaba a relajarme, asumiendo que por ahora, todo aquello no debería preocuparme, cuando recordé las nuevas noticias que había recibido. Recordé que otra de las cosas que jamás planeé hacer al llegar a Umbrarum, fue enamorarme de un dragón.

Y que jamás pensé que dolería tanto.

Alhaster me había herido tantas veces y de tantas maneras, que comenzaba a parecerme que el daño que me hacía era superior a la seguridad que me brindaba. Mi exhausta consciencia trataba de hallar una explicación a cómo aquel hombre dulce que me rogaba que le hablara, había sido el gestor de un genocidio, pero no lograba dar con una respuesta coherente.

¿Siquiera conocía al hombre que amaba? Alhaster parecía más secretos que dragón, y a pesar de que prometí que entendería que no me lo contara todo, lo que acababa de pasar cambiaba por completo lo que fuera que hubiera entre nosotros. Ahora, los sentimientos que compartíamos debían ser puestos a un lado, pues por mucho que lo amara, el acto que acababa de cometer no me parecía menos que imperdonable.

Más allá de que mi madre tuviera razón respecto a que ahora, Lordania había visto su poderío afectado, un genocidio seguía siendo lo que era. Sabía también que Alhaster funcionaba como una dualidad, siendo por un lado el hombre amable y arrogante que buscaba mi cariño, y por otro el calculador, frío y serio líder de los dragones. Pero incluso así, algo no parecía calzar. Me repetí una y otra vez que mi dragón no sería capaz de tal atrocidad.

Pero la verdad, es que no lo sabía.

Una solitaria lágrima descendió por mi mejilla. Sería la única que derramaría por él. No porque lo ocurrido no estuviese destrozándome el alma por completo, sino porque ya estaba todo dicho. Iba a ser como lo habíamos conversado en el reino de los dragones. Alhaster y yo éramos dragón y protegida, y eso era todo. Lo supe desde que me enteré de que mi destino no era otro que casarme con el príncipe lordino. Lo supe cuando descubrimos que los Puros seguían activos.

CDU 5 - El trono de Lordania [ÚLTIMO LIBRO - EN CURSO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora