II

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El olor a hospital entrando por sus fosas nasales era asqueroso, lo detestaba, siempre fue un olor que evitó pues no era fan de entrar a los hospitales. Pero, sin embargo allí estaba.

—Bien, dime, ¿cuál es tu nombre?—.Preguntó el hombre sentado frente a él.

—Ajax.—El pelirrojo dudó un poco, pero al final respondió con un tono frío y cortante.

El hombre anotó algo en su libreta.

—Bien, entonces dime ¿por qué estás aquí? ¿Quisiste venir por tu cuenta, o fue por alguien más?—. Ajax lo miró como si realmente hubiera dicho una pregunta tan estúpida.

—¿Acaso parece que quize venir?—. Preguntó con ironía.

Otra cosa fue apuntada en la libreta.

—¿Te mandó esa persona que estaba contigo? ¿Quién es?—. Era tedioso tener que responder tantas preguntando ¿Acaso era un interrogatorio?

—Mi hermana.— Respondió toscamente.

Ajax le ponía nervioso ver que el hombre anotara tantas cosas, sabía que esa sesión sería pesada.

Salir al exterior fue un total alivio para él, no había mejor cosa que respirar el fresco aire nocturno de la noche creciendo en el cielo

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Salir al exterior fue un total alivio para él, no había mejor cosa que respirar el fresco aire nocturno de la noche creciendo en el cielo. Estiró sus brazos sobre su cabeza cuando finalmente se sintió liberado.

No volvería a ese lugar.

Caminó unas cuantas escaleras abajo para ir a casa, pero al doblar, vió a una persona bastante familiar apoyada en una columna.

—¿Cómo es que siempre nos terminamos encontrando?—.Preguntó Ajax al pelinegro que lo miraba con una leve sonrisa.

—¿Tú qué haces aquí?—.Preguntó Zhongli y el pelirrojo suspiró.

—Terapia.—Fue todo lo que se limitó a responder.

—Oh... ¿y qué tal?—. Preguntó Zhongli ladeando su cabeza.

—Es una mierda, odio tener que hablar con una persona de mis problemas como si él lo supiera todo, es una estupidez, odio ese lugar.—Frotaba frustrado su rostro

—Si te agobia, no tienes porqué ir.—Respondió el pelinegro.

—Lo sé, pero mi hermana me obliga.—Y como si la hubiera llamado, Ajax vió el auto de su hermana acercarse por la calle.—Hablando de la Reyna de Roma...

—¿Saliste tan rápido?—.Preguntó su hermana cuando estacionó el auto frente a él.

—Llevo mil horas esperando.— Dijo en ironía.

—No exageres.— Dijo saliendo del vehículo.— Entra al auto, iremos a comprar un par de cosas.—Dijo dando la vuelta al auto para pararse en la vereda.

—¿Eh? ¿Y tú que harás?—.Preguntó viendo que entraba al edificio frente a él.

—Iré a buscar algunos papeles y firmar en tu nombre, ya vuelvo.—Aviso subiendo las escaleras.

Nuestro Karma; TartaliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora