CAPITULO 2.- Cuando los brujos hacen magia

10 5 17
                                    

 La foto de arriba me inspira para Diego y es original de Christian Buehner publicada en Unsplash 😍😍😍😍

 La foto de arriba me inspira para Diego y es original de Christian Buehner publicada en Unsplash 😍😍😍😍

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Si llego a pasar un minuto más en el avión, me cargo a Roberto y a su portátil. No te lo vas a creer, pero se ha pasado la hora de vuelo escribiendo mails absurdos con copia a nuestro jefe para enviarlos al aterrizar, porque él siempre siempre está trabajando, cuando es evidente que esto para él no es más que una escapada de lujo pagada por los Olmeda. Y networking con mi cliente, que no se nos olvide. Por supuesto, no va a perder semejante oportunidad.

       Encima, el muy brujo, no sé cómo se las ha ingeniado para que Diego venga a recogernos al aeropuerto. Se pensará que va a hacer buenas migas con él solo porque ambos vienen de familias acomodadas y estudiaron en universidades privadas. ¡Qué iluso! El Diego que yo recuerdo era un completo imbécil, sí, pero también es cierto que no escogía a sus amigos por su dinero.

       ― No sé por qué lo has hecho ―. Le digo a Roberto nada más llegar a la terminal del aeropuerto de Alicante ― . Diego va a pensar que somos tontos y que somos incapaces de coger un taxi y un barco para llegar a la isla.

       ―Qué va, si es tu amigo y además, que sepas que fue él quien insistió. 

       ― No sé cuántas veces tengo que decirte que NO ES MI AMIGO

       ―Tranquila, tranquila, no te enfades, Blancanieves.

       ¿Que no me enfade? Este tío es insufrible. Y sí, desde aquél día, todos en el trabajo adoptaron ese maldito apodo. ¿Pueden ser los hombres más infantiles?

       ― No le llames Blancanieves, ¿no ves que no le gusta?

       Eso sí que no me lo esperaba, ¿la voz de Diego es la que ha dicho eso? Me giro con rapidez y me tropiezo con él, quien está detrás tan cerca de mí, que de no haberme sujetado por los hombros, me habría golpeado la cabeza con su pecho. Madre mía, con su pelo recogido con esas trencitas, aún se ven más esos ojazos fijos en mí y esa boca tan... 

        ¡Para, Nieves!, ¿se te ha ido la olla? Recuerda, este tío es el que te fastidió la niñez y la adolescencia. 

       ― Pues empezaste tú ― le recuerda Roberto con diversión. 

       ― Sí, pero ya no somos unos críos, ¿verdad? ― me guiña un ojo y sonríe, al tiempo que coge mi bolsa de viaje y nos dirige al aparcamiento.

       No, unos críos ya no somos, ambos estamos muy creciditos.

       Que tu padre sea rico, es lo que tiene, porque el mercedaco de Diego no lo puede tener cualquiera. ¡Qué fácil lo tienen algunos! Y mi padre pavoneándose porque con su zapatería de barrio me consiguió un par de Jimmy Choo a mitad de precio.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 10, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

LO QUE NO SABESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora