9: La Verdad

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Resumen:

"Alguien me dijo alguna vez: los hilos representan el paso del tiempo. Se enredan y retuercen, se desenredan y conectan, y eso es el tiempo..."

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Nota de autora:

¡Hola a todos!

Sé que dije que no publicaría capítulos hasta tenerlos todos terminados, pero ha pasado un tiempo y no quería seguir desapareciendo. No podré editar los capítulos por un tiempo ya que estoy en otro país sin mi computadora. ODIO editar en mi teléfono, así que la edición estará en espera hasta nuevo aviso, pero seguiré escribiendo los capítulos restantes.


De momento es sólo uno, ¡pero espero que lo disfrutéis tanto como yo escribiéndolo!


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« El cometa Tiamat, »

Comienza Tengen, su tono y postura denotan una inquietante seriedad que rara vez se manifiesta en él. Ya no lleva la capucha de su sudadera y su cabello plateado cae libre por su espalda y hombros.

« Con un período orbital de 1200 años, se acercó a la Tierra hace tres años en Octubre. »

Giyu se siente... fuera de lugar.

Sus dedos se mueven mecánicamente, pasando las páginas una a una. El desgarro de las páginas es mucho más fuerte de lo que debería en sus oídos. El olor del polvo que las impregna es más intenso en su nariz.

Una tras otra.

Párrafos y frases.

Aunque no llevan demasiado tiempo allí, Tomioka está rodeado de libros, artículos, revistas y periódicos relacionados con lo que fue la catástrofe de Itomori. La mesa de madera de la biblioteca está llena de ellos, sin dejar espacio ni siquiera para sus mochilas que descansan olvidadas en el suelo.

No habían permanecido demasiado tiempo en... lo que quedaba de Itomori. Giyu no sabe si habría soportado quedarse más tiempo de todos modos. Mitsuri e Iguro —aunque este último de muy mala gana— les habían llevado de vuelta al pueblo más cercano.

El viaje se sumió en silencio. Uno tenso e incómodo. Cada uno encerrado en su propia cabeza. En su propio mundo. Tomioka se pregunta si los demás estaban pensando en algo concreto en ese momento o si, como él, simplemente tenían la mirada perdida en el paisaje ya oscurecido del campo, la mente en blanco y el corazón en la boca.

« Nadie imaginó que su núcleo se rompería en su perigeo. »

Giyu fue quien pidió a Mitsuri, que iba en el asiento del copiloto, que los dejaran en la biblioteca del pueblo; un colorido edificio con enormes ventanales que reflejaban las luces aún brillantes del interior. Nadie lo cuestionó ni lo comentó. Quizá en un acuerdo tácito de simpatía o lástima. Quién sabe.

Cuando Tomioka llegó no tardó en preguntar a la encargada de la biblioteca, una mujer delgada de mediana edad con gafas redondas, dónde se encontraba todo lo relacionado con Itomori.

Lo que lo trae hasta aquí.

Meteorito acaba con pueblo.

Más de 500 desaparecidos.

I Will Find You Again I GiyuutanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora