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Era el año 111 D.C cuando Daemon Targaryen volvió a Desembarco del Rey no sólo con la corona de los peldaños, sino también con una niña de tres años que lo seguía a todos lados como su sombra. Pelo blanco y ojos rojos, era la bastarda de Daemon y la hija de Mysaria.

A cambio de su buena voluntad de entregar la corona de los peldaños quiso que le reconocieran la hija cómo suya y además que cancelasen el matrimonio con Rhea Royce.

Valyra era el nombre de esa joven, la cual enseguida se ganó el corazón de Viserys. Por supuesto que no canceló el matrimonio, tampoco podía legitimizar a su hija Valyra pero le prometió que tendría un lugar en el castillo como una de las damas de su hija Helaena.

No lo habló con Mysaria cuando accedió, fue una decisión tomada. Con suerte, su hija se casaría con alguno de los hijos de Rhaenyra o el mismísimo Viserys. Aspiraba a tener una buena vida.

Valyra era una chica callada e inteligente. Durante sus primeros años de vida fue educada como toda una princesa a la par que Helaena Targaryen, con la cual compartían la casi la misma edad y por supuesto, se hicieron amigas.

Las cosas de chicos eran para los chicos. Ellos entrenaban desde bien jóvenes, estudiaban y aprendían de caza, mientras que ellas bailaban, estudiaban Valyrio, historia y música. Alicent Hightower adoraba a Valyra, la veía como su hija pues pareciera ser que Daemon sencillamente la había abandonado ahí para irse a hacer su vida con Laena Velaryon.

Durante su niñez Valyra creció oyendo las historias de esa amargada mujer, como Daemon era un patán y como había perjudicado tanto al reino.

El mayor referente de familia para ella eran los Verdes. Viserys siempre estuvo ausente, Alicent comenzó a ser demasiado pesada como para soportarla y es que cuando ambos con Aegon cumplieron 13 años, Valyra al fin tuvo la oportunidad se conocer no solo a su padre, sino también a Rhaenyra que era su prima y su familia.

Varios meses antes sin embargo, cuando llegó el año 120 d.C, Viserys llevó a sus hijos a Pozo Dragón, inclusive también esa joven a la que ya estaba pensando en comprometer con alguno de sus hijos.

Todos habían conseguido su dragón, menos Aemond. Para ella ver a Silver Wing había sido como una bendición. Era un ser mágico, misterioso y admirable, le hacía sentir segura.

A la cuarta vez de haber bajado con los dragones, Alicent Hightower les prohibió a ambas volver a Pozo Dragón. Decía que olían mal y que esto no eran actividades de damas, que se trataba de algo muy peligroso.

Ambas asintieron, pero a diferencia de Helaena, a Valyra la empezó a molestar que la otra le tratase como su hija.

Era un día de primavera cuando vio a Aegon acercarse a ella por la espalda. La agarró de la cintura y la pegó a sí mismo, para luego acercar su oído a ella y susurrarle.

— Te ves muy bien en ese vestido negro, prima. ¿Te ha contado padre que piensa casarnos?

La joven se giró y lo vio con atención, esos rojos ojos puestos en él como antorchas. Otra vez las manos ajenas sobre su cadera. Sabía lo que Aegon intentaba.

— Dudo mucho, primo, que nos casen —dijo ella. Alzó sus propias manos y con fuerza las colocó sobre la cintura se Serón, solo para mantener con él la distancia.

— ¿No te quieres divertir un rato?

— Si divertir incluye que me enseñes lo que habéis estudiado con la espada, sí.

Aegon alzó su ceja derecha. Pensativo durante un rato, terminó sonriendo y asintiendo.

— Pero antes...

Valyra, la bastarda de Daemon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora