El regreso del Canalla

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Transcurrieron cuatro años desde que el príncipe Daemon hizo acto de presencia en la corte por última vez, su regreso triunfal de la guerra de los peldaños de piedra lo sacaba del exilio. Entregó la corona que le habían otorgado después de ganar la guerra, se arrodillo ante su rey y entregó la única corona que había poseído y poseería alguna vez en su vida, hace ya mucho que el papel de heredero se le había arrebatado para ser entregado a la primogénita del rey.

Viserys I Targaryen, el rey, ofreció una pequeña celebración en nombre del regreso de su hermano y su reciente victoria. Realmente casi ninguno de los asistentes demostraron genuino regocijo por el regreso del Príncipe canalla como era apodado entre los lords y damas de la corte.

Él tampoco estaba especialmente emocionado de verlos a ellos, detestaba la corte, a todas esas sanguijuelas que trataban de succionar todo lo que les fuese posible de su hermano. Estar alrededor de todas esas sabandijas le recordaba que su propio hermano prefería rodearse de escoria en lugar de permitirle estar a su lado y ser su protector. Solo había una persona a la que le alegraba ver, su sobrina, la princesa Rhaenyra, esa misma chiquilla que lo había reemplazado en su título de heredero y que aun bajo esa circunstancia le era imposible sentir rencor por esa pequeña niña que fue puesta en la boca del lobo a falta de un varón.

-Príncipe Daemon, podría mostrarle los tapices nuevos. -sugirió la joven reina Alicent Hightower.

-¿Ver tapices? Jajaja. -el rey se mofó ante la idea de su esposa.

A la reina le fue difícil disimular el disgusto por la acción de su esposo, le resultaba aún más insultante que la hubiera burlado justo frente a Daemon, a quien ella admiraba de forma especial.

-Querida, esas no son actividades que un hombre de guerra como mi hermano disfrute. -se apartó sonriente junto a Daemon para dirigirse a hablar con señores más interesantes.

-Yo quisiera ver los tapices. Pero prefiero ir por mi cuenta. -Susurró la princesa Rhaenyra casi buscando molestar a su antigua amiga y ahora madrastra.

-Rhaenyra, yo... -No tuvo tiempo de terminar su frase, ya su hijastra se había marchado. Desde que se había convertido en la reina la princesa expresaba un rencor especial hacia ella. No le sorprendía pero la hacía sentir profundamente herida, su vida se había tornado solitaria desde que su única amiga verdadera la había dejado de lado.

Los nobles asistentes de dicha reunión se retiraron poco a poco hasta que quedaba casi ninguno, al menos ninguno de importancia, solamente la princesa heredera y el príncipe Daemon.

-¿Qué te trae de regreso? -dijo en alto valyrio la princesa Rhaenyra mientras se acercaba a su tío.

-El calor del hogar. -respondió también en alto Valyrio.

-Creí que odiabas la corte y su hipocresía.

-Lo hago, pero este es el lugar donde está atrapada mi familia. - tocó el collar de acero valyrio que estaba luciendo en su delicado cuello la princesa, parecía muy lejano el día en el que él mismo lo había colocado en el cuello de una niña que ahora era una mujer.

-Te ves diferente, tus aventuras te han cambiado, eres más maduro tal vez...
- Hablo en lengua común.

-Tu misma has cambiado mucho en estos cuatro años, princesa. -se dio tiempo para mirarla, era un deleite, mas hermosa de lo que creyó que podría. tomó una copa de vino, para acompañar el deleite de belleza que percibían sus ojos- ¿Te has acostumbrado a la atención?

𝕷𝖊𝖆𝖑𝖊𝖘 𝖆𝖑 𝕱𝖚𝖊𝖌𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora