5. Otro bebé

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Tay escuchó a New gemir nuevamente e incorporarse sobre sus rodillas para acercarse y besarle en los labios

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Tay escuchó a New gemir nuevamente e incorporarse sobre sus rodillas para acercarse y besarle en los labios.

—Te he extrañado tanto Tay —susurró en medio del beso.

Y Tay lo rodeó por la cintura con un brazo y con la mano contraria se deslizó hasta el culo de New y movió el dildo dentro de él, sacando un nuevo gemido de sus gruesos labios.

—También te he extrañado bebé y encontrarte en estas condiciones ha sido una grata sorpresa.

—Fóllame Tay, —suplicó New— hazme el amor. Te necesito.

Por supuesto que Tay iba a hacerlo. Iba a follarlo tan mal, hasta que perdiera la sensibilidad en las piernas y el trasero. Iba a recuperar cada maldito día de las últimas nueve semanas lejos de su delicioso esposo.

Sin dar respuesta a la súplica de New, sacó lentamente el dildo de la resbalosa entrada y lo tiró a un costado de la cama. Acarició con la pálida y larga palma de la mano izquierda todo el torso de New, pellizcando los rosados botones en la parte superior y bajando hacia el vientre y más abajo, donde la bonita polla de New palpitaba con ansiedad y goteaba brillante presemen. La acarició un par de segundos, haciendo estremecer todo el esbelto cuerpo de New y luego se retiró un poco para empujarlo suavemente por la nuca y dejarlo en la misma posición que lo encontró.

Rozó la cabeza de su polla con la dilatada entrada y torturó un poco más a New antes de alinearse y empujar con cuidado. Dos meses sin sexo era bastante y los juguetes nunca alcanzaban ni por asomo el diámetro de su polla, tenía que ser delicado, al menos al principio.

Tay vio como New estrujaba las sábanas con fuerza entre sus pequeños dedos y mordía la almohada para no hacer demasiado ruido. Cada detalle de New y sus actos, lo excitaban más de lo que podía llegar a imaginar. Se detuvo a mitad de camino en el apretado canal de su esposo, un par de veces para no correrse en ese mismo instante. New estaba tan estrecho y tan caliente que era delirante.

Entre respiraciones y lentos empujes Tay tocó fondo al fin y gimió ronco por la sensación.

—Oh bebé. Extrañaba tanto esto. Tu cuerpo, tus gemidos, tu calor. Te amo osito. No puedo esperar más. Voy a follarte jodidamente mal, así que asegúrate de no ser escuchado por los niños.

New no pudo responder, sólo le dio tiempo a enterrar la cara en la almohada y ahogar el primero de muchos gritos esa madrugada.

Tay embistió con furia el rosado agujero desde el principio. Maldiciendo internamente a un jodido virus que lo había alejado de su familia por tanto tiempo y sintiendo como el culo de New lo tomaba en un abrazador apretón, caliente y húmedo.

New gemía desesperado contra la almohada y Tay disfrutaba de la obscena vista de su polla entrando y saliendo de entre las esponjosas nalgas de New, haciendo sonidos secos con cada golpe de su pelvis contra el trasero de New.

Tay elevó una de sus piernas, plantando el pie sobre el colchón y creando un cambio de ángulo que hizo a New delirar de placer al tocar con más facilidad su punto dulce.

—Oh Tay. Ahí, sí. Justo ahí amor... mmmm~ —la voz de New salía amortiguada sobre la almohada.

—Di cuánto me extrañaste osito. Di cuánto necesitaste mi polla todo este tiempo.

Ambos se encontraban perdidos en el placer del momento. New gimiendo desenfrenado una respuesta y Tay enterrando sus dedos en la blanca y suave piel de su esposo en un intento de mantenerse cuerdo y no perder el control como un animal y follarlo hasta la muerte, con su gran polla entrando y saliendo, larga y frenéticamente del maltratado agujero.

—Tay... Tay... yo... —sollozó New, al borde del orgasmo. Listo para lanzarse al abismo y caer en picada en el clímax de su placer.

—Córrete amor. Córrete para mí, vamos —le instó Tay a su esposo.

New volvió a morder con fuerza la almohada para amortiguar el alarido de placer que rasgó su garganta, en el mismo instante en que se corrió sobre las sábanas, todavía siendo embestido sin piedad por Tay, que había perdido el ritmo, moviendo las caderas furiosamente, acercándose también a su orgasmo.

—Voy a hacerte otro bebé esta misma noche amor —gruñó ronco y con una última embestida, se derramó dentro de New, llenándolo con una cantidad exagerada de semen que, sin poder mantenerse dentro, escurría por el culo, todavía empalado de New.

Cayeron agotadosy jadeando por aire sobre las blancas sábanas y Tay rodeó por la cintura a Newatrayéndolo hacia su pecho.

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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