XV
- Quedan 20 minutos chicos – anunció el profesor, con un toque de malicia en su voz.
Sarah respiró hondo y se concentró. Estaba respondiendo ya la última pregunta de lo que sería su penúltimo examen final, y escribía rápidamente en la hoja del examen una respuesta bastante coherente que, si no la hacía eximir el examen sería solo porque el profesor creería que alguien de su edad no podía haber formulado una respuesta como esa.
Se había quemado las pestañas casi dos semanas seguidas, unas veces con ayuda de Christian, y muchas otras con la ayuda de Davendrah, quién solía observarla estudiar sentada en el alfeizar de la ventana, regalándole pequeños besos de vez en cuando, y despidiéndose cerca del amanecer, esbozando una sonrisa, y algunas veces encendiendo un cigarrillo.
Esperaba realmente que su esfuerzo valiera la pena. Estaba agotada, pero después de los finales podría empezar a planear su nueva vida lejos de ese lugar. Se planteó incluso la posibilidad de tomarse un año sabático para aprender a desenvolverse en la que sería su nueva ciudad y adaptarse a su nuevo ambiente.
Pero para poder pensar en eso como era debido, tenía que terminar esa respuesta, y sobrevivir a un examen más. Luego de eso, ese ciclo estaría completo.
Cuando el profesor se levantó de su asiento y comenzó a pasar junto a cada estudiante, retirando el examen, Sarah pudo escuchar varios quejidos de protesta. Estaba tranquila, lo había logrado, pero por lo que podía ver muchos de sus compañeros no habían corrido con la misma suerte. Se estiró antes de meter el lápiz y el borrador en su mochila, guindándose la misma de un hombro y saliendo del salón de clases.
Al salir vio a Christian, quién parecía esperarla recostado de un árbol cercano a la entrada, con una sonrisa de oreja a oreja. Se saludaron chocando las manos afectuosamente.
- ¿Solo falta mañana entonces? – preguntó Christian.
- Solo mañana. El examen que hice me provoca enmarcarlo. Te lo juro – respondió Sarah mientras avanzaba con Christian en dirección a su casa.
- Espero que mantengas esos ánimos hasta mañana. ¿Tienes algo que estudiar?
- Para nada. Ya eso está listo. Solo un rápido repaso en la noche y estaré enteramente preparada para el examen de mañana.
- Bueno, como no tienes nada que estudiar ¿Qué tal una carrera al bosque?
- El último en llegar es una gallina – dijo Sarah a modo de respuesta, mientras salía disparada calle abajo.
Se detuvieron unos minutos en la casa de Sarah, para que ella dejara sus cosas y se pusiera una ropa más cómoda. Aprovecharon la ocasión para tomar un poco de agua y seguir su camino en dirección al bosque.
El viento golpeaba su cara, enfriando sus mejillas, pero Sarah se sentía genial. Ya se había acostumbrado a correr largas distancias, y el dolor que a veces aparecía en sus flancos era algo que podía controlar sin problema.
Se había hecho más resistente. Tanto entrenamiento sin duda la había convertido en una ethereal más fuerte.
Llegaron al claro que se había convertido en su centro de entrenamiento y se dejaron caer junto a un árbol. El pecho de Sarah subía y bajaba sin control, mientras concentraba sus energías en tomar grandes bocanadas de aire. Miró a Christian y no pudo evitar sonreír. El estaba igual de cansado que ella, y parecía estar teniendo problemas para hacer que el aire llegara a sus pulmones, pero su rostro estaba adornado con una sonrisa.
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Ethereal. - El Comienzo
Fantasy[Primera parte de la saga Ethereal.] Sarah es una chica común. Sus días transcurren entre sus clases, sus amigos y largas horas frente al televisor, mientras intenta escapar de la tristeza por la muerte de sus padres. Criada para ser independiente...