Capítulo 004

2.6K 228 96
                                    

Un poco de música clásica.

Narra Becky.

Seguimos aqui no nos hemos marchado, si debo ser sincera, no estoy muy segura de si las cosas van bien del todo.

Por un lado, empiezo a apreciar el encanto de estar en un sitio donde reina una paz tan absoluta que me podría pasar un mes entero sin ver a nadie, aparte de mis tres compañeras de vacaciones: además, lo paso bien junto a Freen, que ha resultado ser una compañia divertida y agradable; incluso creo que debería añadir que, cuando estamos a solas, en muchos momentos me olvido de mi cicatrices.

Desde que tuve el accidente, he descubierto que hay tres tipos de personas: las desconocidas que te miran con curiosidad morbosa; la gente más o menos allegada coma Sarocha que no puede ocultar que se siente cohibida y no sabe cómo reaccionar y mi madre, que sufre más que yo y que no puede quitarse de la cabeza que su hija es desgraciada sin que ella pueda remediarlo.

Bien pues a esta clasificación se añadió una categoria en la que solo está Freen; como si ella no viera mi cicatriz y no porque finja, sino porque, realmente parece que no le importa en absoluto mi aspecto. A su lado a veces puedo ser la Becky despreocupada de antes, porque ella me mira con naturalidad y nunca la pillé observando mis cicatrices a escondidas, ni descubro en su gesto lástima o repulsión alguna.

Pero no todo es perfecto.
Hay algo que me preocupa, que me mantiene despierta por las noches y que me ha costado llegar a decirme a mi misma de modo claro y directo.

No entiendo cómo es posible, no tiene lógica alguna y sin embargo, ha vuelto a pasar está misma mañana, Freen y yo estábamos preparando la comida, las dos juntas en la cocina mientras su madre y la mia han bajado al pueblo a hacer unas compras, estábamos solas en el enorme edificio y yo la veía trabajar, contenta con su moño, un jersey color negro sobre este un mandil y los vaqueros viejos que dejan sus muslos, como el primer, completamente desnudos.

Está claro que mi amiga no es una belleza con una feminidad despampanante, me refiero a que su belleza es más simple, más tierna, más auténtica, pero tiene algo que estoy segura de que no solo yo percibo, no sé si son sus ojos con mirada inteligente, su aire frágil y casi enfermizo o su voz suave y perfectamente modulada, pero cada día que pasa me parece que descubro en ella algún tipo de atractivo en el que no habia reparado a primera vista. En lo que si me fije desde el principio y hoy me ha vuelto a pasar, es en sus manos mientras corta la verdura con cuidado, no he podido evitar quedarme mirando sus dedos finos y ágiles, sus muñecas y su piel blanca y tersa ¿Por qué me hipnotizan tante esas manos? Esa pregunta me traspasa y más desde que incapaz de engañarme por más tiempo a mi misma, he tenido finalmente que aceptar la respuesta la que me hace temblar y sentirme tan confusa como una colegiala asustada es saber que, en el fondo, me gustaria que esas manos volvieran a tocarme otra vez como lo hicieron aquella noche.
Ya está, ya lo he dicho y reconocerlo ante quién pueda estar leyendo estas páginas no ha sido tan dificil como reconocermelo a mi misma.
¿Me atrae? No lo sé.

Me lo cuestiono desde que me levanto hasta que me acuesto y no logro tomar una decisión firme; no me imagino besándola en la boca, por ejemplo, pero creo que si me gustaría deslizar la palma de mi mano por la cara interna de esos muslos que se me antojan infinitamente: cálidos y suaves.

Tratando de ser razonable, me digo que la intensidad de mi orgasmo con ella se debió tan solo a un cumulo de circunstancias favorables, tener sexo al aire libre, la novedad morbosa de dejar que una chica te lleve al éxtasis.. Todo eso parece lógico pero, ¿Y si algo más? ¿Y si la magia del momento se debió tan solo a Freen, por si misma y sin necesidad de la elaborada puesta en escena? Creo que solo habria una manera de saberlo.
El problema es que ella no ha vuelto a hacer insinuación alguna que me permita creer que aquello va a repetirse y, ¿Cómo podría ser yo la que se lo pidiera? Me moriría de vergüenza antes de hacer algo así; entre otras cosas, me da miedo pensar en la posibilidad de tener que ser yo la que la acaricie a ella: no sé si me gustaría o, por el contrario, me sentiría incómoda, pero probar una vez más, dejar que volviera a masturbarme ella a mí, que me follara; sueño con ello a cada minuto, mientras Freen ni siquiera ha vuelto a mencionar ni una sola vez lo ocurrido en la hamaca. ¿Es que no se acuerda? ¿Tan poca importancia le concede? Si también era la primera vez que ella hacía algo semejante, no comprendo cómo ha podido asimilarlo con tanta naturalidad; y así, casi ha pasado una semana.
No sé si estar aquí me ayuda o no; lo que sí es cierto es que, desde que la nueva Freen ha entrado en mi vida, dedico muchas menos horas al día a pensar en mi cicatriz.

23 De Octubre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora