Capítulo 12 [Final]

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23 De Octubre.

Narra Becky.

Sarocha: "¿Llevas la tarjeta del médico?"

Freen: "Si mamá"

Sarocha: "¿Te has tomado la pastilla?".

Freen: "Claro mamá".

Sarocha: "No te olvides del resguardo del último análisis, el médico dijo..."

Freen: "Mamá por favor, cálmate"

Freen es la más tranquila de las tres con mucha diferencia, mientras su madre va de un lado a otro cogiendo papeles que ni siquiera necesita, yo me quedo quieta, sin saber qué hacer y retorciéndome las manos con tanta violencia que incluso llego a hacerme daño.

Ha llegado el gran dia, ese en el que unos fríos resultados sobre una hoja de papel convertirán a mi amiga en una mujer sana o enferma. ¿Seré capaz de estar a la altura de las circunstancias si la quimio es necesaria de nuevo? ¿Sabré apoyar a Freen como se merece? ¿Podría acostumbrarme a... a una vida sin ella si todo sale mal? Esta última pregunta es tan cruel para mi que no puedo formulármela en voz alta. Sin embargo, aunque remotamente, tal posibilidad es real, y cuando en los momentos de bajón emocional mis pensamientos se deslizan en esa dirección, me cuesta respirar y un nudo inclemente amenaza mi garganta.

Freen: "Vamos chicas, es la hora"..

Es increible la presencia de ánimo de la que hace gala Freen, está más guapa que nunca, con la camisa blanca que le he regalado y el ligero toque de carmin que la he enseñado a poner sobre sus labios, es más, amo ese moño que antes me parecia horrendo.

Desde que volvimos a Inglaterra hemos sido inseparables, hasta el punto de que Sarocha daba ya por sentado sin que se lo dijéramos que yo las acompañaría hoy a la consulta del médico, supongo que, en esta dificil situación, salir del armario ha sido más sencillo de lo desperado.

En palabras de mi amiga, siempre tan irónica con todo: "Mi madre estaba ya tan preocupada por mi cáncer que tener una hija lesbiana no iba a poder asustarla más".

El cáncer, la gran C.

A veces, sin poderlo evitar, hablo con él en la oscuridad de mi cuarto: "Por favor, no me la quites, ya la has golpeado bastante y ha sido fuerte, déjala, vete a otro sitio".

Sé que mi petición es absurda, pero no puedo evitar sentirme frágil y muy pequeñita; me gustaría ser tan fuerte como Freen pero, después de todo, yo soy la chica que creia que su vida había terminado por unas estúpidas cicatrices sobre la mejilla. ¡De buena gana aceptaría tener los dos lados de la cara igual si eso implicase saber que mi amiga estaba completamente curada!

Ninguna de las tres ha hablado mucho en el taxi.

Al llegar al hospital, el runrún de mi estómago es tan cruel que tengo que concentrarme para no vomitar, ¿Cómo puede Freen sonreirnos a su madre y a mi con tanta calma?.

Sarocha: "¿Quieren quedarse solas un momento?"

Me ha sorprendido el tacto de Sarocha.

Es curioso pero, desde que sabe lo que hay entre su hija y yo, nuestra relación ha mejorado considerablemente. ¿Nos une el miedo a perder lo que más queremos? No lo sé, lo único cierto es que, con una discreción poco habitual en ella, se ha retirado unos instantes sin que tuviéramos que pedirselo.

Vaya, tenemos solo veintidós años y estamos en la sala de espera de un hospital aguardando un veredicto del que depende nuestro futuro; me parece tan injusto tener que pasar por esto que tengo deseos de gritar y de romper algo, pero entonces veo el dulce rostro de Freen, que me sonríe con ternura, y sus palabras me hacen sentir de nuevo como una chiquilla que tiene mucho que aprender de su manera de enfocar las cosas.

Freen: "Gracias por estar aquí".

Becky: "No tienes que...".

Freen: "No, no protestes" - dice poniendo su delicado índice sobre mis labios - "Solo quiero que sepas lo importante que es para mí tu apoyo".

Me he echado a llorar y de inmediato pido disculpas avergonzada.

Becky: "Seré tonta, en lugar de ayudar mira...".

Freen: "Mi amor, no tienes ni idea de lo que es sentirse querida en momentos como este, claro que me ayudas, me ayudas tanto que, incluso si..."

Becky: "¡No lo digas! Eso es imposible, no va a suceder, ¿De acuerdo?". Freen se calla lo que fuera que iba a añadir y, aunque sé que solo lo hace para no asustarme más, agradezco que no pronuncie en voz alta las terribles palabras que podrían atraer el mal sobre nosotras. En silencio, nos tomamos de la mano mientras aguardamos nuestro turno, hay siete u ocho personas más en la sala, pero a nadie parece llamarle la atención que dos amigas se apoyen así en un instante tan crucial.

Freen: "Te amo, te amo como a nadie he amado y te necesito siempre a mi lado. ¿Quieres ser mi novia?"

Es la primera vez que me lo dice y una felicidad que casi se me antoja obscena dadas las circunstancias me invade por dentro; estoy a punto de contestar cuando Sarocha regresa y se sienta a nuestro lado, de modo que lo único que hago es entrelazar mis dedos con los de mi amada y apretar con fuerza.

Entre Freen y yo el silencio nunca ha sido un obstáculo, y el simple hecho de sentir su mano caliente sobre la mía me infunde valor y confianza y me parece más expresivo que todas las palabras del mundo.

Justo cuando empiezo a pensar que podría estar así toda la eternidad, sin moverme pero teniendo siempre a mi amiga junto a mí, una enfermera de gesto amistoso abre la puerta de la consulta y dice un nombre.

Enfermera: "Señorita Freen Chankimha"

Mis dedos aprietan y los de Freen responden hasta hacer que nuestros nudillos se pongan blancos, como en un sueño, soy consciente de que me he levantado, escoltada por mi amiga y su madre.

Jamás había sufrido el terror que estoy experimentando ahora, mientras entramos con pasos cortos en la pequeña habitación donde nos aguarda un médico de pelo grisáceo y escaso; sin embargo, cuando me siento en la incómoda silla sucede algo extraño, porque al instante descubro cómo va naciendo dentro de mí un sentimiento que me parece infinitamente poderoso y que inunda mi pecho; es inexplicable, pero crece con la energía de una flor que brotara tras el rudo invierno, y de pronto soy consciente de que se ha hecho tan fuerte que casi ha sofocado el miedo por completo y es que, por primera vez en mi vida, sé lo que quiero y estoy dispuesta a pelear con uñas y dientes por ello.

Ahora sé que no importa lo que digan los resultados, porque yo voy a estar siempre con esta hermosa mujer, luchando codo a codo a su lado, porque entre las dos podremos con cualquier piedra que se interponga en nuestro camino.

Es como si el tiempo se hubiera detenido; como en un sueño, recuerdo las palabras que me dijo mi amiga una mañana con respecto a mis cicatrices: "De no ser por ellas, nunca habrías venido aquí y esto no habría pasado".

Es al pensar en ello cuando me doy cuenta de que ya hemos vencido, porque la desgracia de ambas es la que nos hizo enamorarnos, y ninguna ridícula recaída va a ser capaz de derribar lo que tenemos.

Ahora me doy cuenta de que lo peor no sería tener que enfrentarme a la enfermedad... el infierno sería no haber estado nunca junto a Freen.

Becky: "Si, ¡Si quiero!".

Freen me sonríe como nunca lo había hecho sabe a qué me refiero y sin importarle nada se acerca a mi y me da un pequeño beso en los labios, sellando una promesa de que, pase lo que pase, ella viajará ya siempre conmigo, porque ni estrellándome mil veces sobre el asfalto podrían borrarse las delicadas cicatrices que ha dejado cariñosamente marcadas sobre mi alma; cuando el médico levanta la cabeza de los informes y mira a Freen, la angustia ha desaparecido del todo; lo único que queda en su lugar, haciéndome ver el futuro con optimismo e ilusión, es una esperanza infinita en la vida que nos aguarda juntas.

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Y así finaliza esta adaptación.
La verdad me gustó el final abierto que le dió la autora, pero también sería interesante armarle algún epílogo, no sé si ustedes quisieran leerlo.

Gracias por sus lecturas y comentarios. ♡

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