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Alessio

Media hora después, llegué al restaurante. Gina me esperaba de brazos cruzados.

—¿Donde estabas? Llevo como veinte minutos aquí plantada.

—Perdón, perdón. Estaba con una testigo del caso y se me ha pasado la hora.

Gina soltó un suspiro de indignación y se llevó las manos al pecho.

—¡¿Me has dejado plantada por una testigo?! ¡Yo aquí esperándote, y tú con otra mujer!

—¡Gina, por favor! Si lo dices así parece que me haya acostado con ella. Solo hemos estado entrenando. Ya está. Nada más.

—¡Hmpf! ¡Entrenando! Vamos dentro.

Refunfuñando, dio media vuelta para entrar en el restaurante. La agarré del brazo suavemente.

—Si tienes algo que decir, dilo. Sabes que es peor callártelo.

Era oficial, acababa de arruinar la noche.

—Últimamente, —Volvió a girarse y me miró con el ceño fruncido—, estás pasando mucho tiempo con otras chicas: Donna, la testigo...

—Tú también sales mucho y no te digo nada.

—¡Ah! Así que ahora es culpa mía —concluyó poniendo los brazos en jarra.

—No he dicho eso. No te estoy acusando de nada. Solo digo que no tenemos que controlarnos mutuamente. Tu puedes hacer lo que quieras, y yo haré lo que yo quiera. Que esté con otras mujeres no significa que vaya a dejarte.

—Pero, con cuantas más chicas estés, más probabilidad hay de que lo hagas.

—¿Te estás poniendo en plan posesiva?

—¡No me estoy poniendo en ningún plan! —Suspiró pesadamente y dejó caer los hombros—. ¿Sabes qué? ¡Vete con quien quieras! De todas formas, —Empezó a alejarse poco a poco del restaurante en dirección al aparcamiento—, he encontrado un amigo mucho más divertido que tú.

Dicho eso, terminó de irse y me dejó ahí plantado, con cara de estupefacción. La última vez que Gina me había dicho que había encontrado a alguien más interesante que yo, fue justo antes de que admitiera que me había puesto los cuernos. Yo decidí perdonarla porque llevábamos dos años juntos y solo había pasado una vez. Además ella parecía arrepentida.

En estos momentos no tenía tan claro ese arrepentimiento.


Alda

Caminaba por la calle, de camino a casa, cuando tuve la sensación de ser observada. Semanas atrás me había sentido así por culpa de Alessio, pero hoy no era por él. Alessio estaba en una maravillosa cita con su maravillosa novia.

Entonces, ¿por qué me sentía así? Tal vez eran solo mis alucinaciones, pero... ¿y si no era así? Daba igual. Alessio me había enseñado a defenderme si intentaban atacarme.

Al final, decidí hacer caso omiso al sentido común e ignoré la sensación tan incomoda que me abordaba.

Caminé hasta mi diminuto y humilde piso.


???

La seguí mientras ella caminaba por la calle, probablemente hacia su casa. Estaba completamente sola. ¿No sabía que eso era peligroso? Ella, mejor que nadie, debería saber que hay personas horribles a las que les gusta hacer cosas horribles. A mí me gustaba hacer cosas horribles, aunque prefería creer que mi causa era buena. Al fin y al cabo, el fin justifica los medios, ¿no?

Presa del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora