Epílogo

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3 años después



Alessio

Es mediodía cuando llego al cementerio. La tumba de Alda está alejada de la entrada, junto a un sauce llorón. La lápida es una pieza rectangular de piedra blanquecina, simple y pulida, con su nombre, fecha de nacimiento y defunción, y un epitafio grabado en ella.

—Hola. —Dejo un ramo de lirios y una pequeña porción de tarta sobre la tumba—. Perdón por no visitarte tanto últimamente, he estado muy ocupado con el trabajo. Espero haberlo compensado viniendo a verte en tu día especial. Feliz cumpleaños, Alda. Sé que nunca llegaste a decirme tu fecha de nacimiento, pero creo que es una buena idea visitarte para... ¿celebrar tu cumpleaños? —Suspiro. Esto no tiene sentido—. Bueno, espero que el más allá no sea muy aburrido, y puedas disfrutar de tu vigésimo sexto cumpleaños. El tiempo vuela, ¿eh?

Me quedo callado, ordenando todo lo que quiero decirle, como si realmente pudiera escucharme.

—¿Sabes por qué he estado tan ocupado? He conseguido arrestar al último miembro de la Camorra. Ya no hay más mafia napolitana. Nadie tendrá que sufrir lo que tú viviste. Pensé que te gustaría saber eso. Pero, Dios... Ojalá estuvieses aquí. Tendrías que haber visto la fiesta que me montaron en la comisaría después del último juicio. Asistieron incluso algunos exagentes. Lo celebré por ti. Deseé que hubieras estado ahí para celebrarlo juntos. Te habría presentado a mis compañeros, habríamos bebido, y bailado, y...

»Te echo de menos. Si hace tres años me hubiesen dicho que extrañaría a una testigo... No me lo habría creído. Aunque, a quién quiero engañar. Fuiste más una amiga que una simple testigo de un caso. Aún te sigo considerando mi amiga, y siempre lo haré. Tal vez, así te sientas menos sola estés donde estés.

Suspiro.

—Habían tantas cosas que quería decirte, tantas cosas que quería enseñarte... La mayoría solo tuve la oportunidad de decírtelas después de que te suicidaras. No sé si tiene mucho sentido, porque tampoco sé si me estás oyendo. Espero que sí, si no habré perdido una cantidad ridícula de tiempo y dinero. ¿Tienes idea de lo que cuestan tus flores favoritas? Suerte que tenga un buen salario, porque de otro modo no podría traerte tus lirios en cada visita.

»Hoy también te he traído un trozo de tarta, ya sabes, para celebrar tu cumpleaños. Espero haber acertado en el sabor. Como no sé exactamente qué tipo de tarta te gusta, cada año te traeré una diferente. Así, tarde o temprano daré en el clavo.

Sonrío con amargura para mí mismo, imaginándome cómo Alda se sonrojaría al escuchar mis palabras. Desearía que siguiera con vida.

—Con tus últimas palabras, me pediste que entendiera tu decisión. La entiendo, comprendo que estabas en una situación muy complicada y te viste superada. Pero... No importa cuanto tiempo pase... sigue doliendo. Sigue doliéndome que murieras de esa forma, con toda una vida por delante.

Una lágrima se desliza por mi rostro. La seco en cuanto llega a la barbilla.

—No sé si era verdad que no tenías salvación. Pero me habría gustado poder salvarte. En ningún momento me decepcionaste por haber elegido tu propio camino. Espero que hoy también seas libre de tu pasado. Yo también te quiero, Alda.

Presa del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora