CAPÍTULO XIV: IDA Y REGRESO

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Estar en Paris como algo más que turista era una experiencia bastante adrenalínica, pero hermosa, a pesar del choque cultural que existía. Si sabía algo de mí, es que era absolutamente inútil con las ubicaciones, teniendo en cuenta que me podía perder de una cuadra a otra, pero para mi suerte tenía a la tecnología de mi parte.

El Conservatorio de Paris era todo lo que podía imaginar. Era vanguardista, pero conservaba aspectos clásicos precisos para convertirlo en un lugar precioso. Era un punto de encuentro para artistas de todo el mundo, con fama o sin ella, donde lo que realmente importaba era el talento y las ganas de aprender.

Dentro de los pianistas, esperaba ser una más del montón, pero incluso la cantidad era reducida para el espacio y recursos del conservatorio. Según lo que se me había informado, difícilmente habían más de quince de nosotros, con los que apenas me cruzaría en ciertos momentos o tal vez nunca por la diferencia de horario, lo que me decepcionó ligeramente porque me encantaba la idea de conocer a otras personas que se dedicaran a lo mismo que yo.

Aún así, dentro de las personas con las que me podía encontrar en el lugar, había logrado hacer amistad con dos de ellos; Andrea, que no, no era la mejor amiga de mi mami, sino que era un italiano simpático que tocaba violín y había llegado al conservatorio por las mismas razones que yo. También estaba Josephine, que era francesa, en efecto, y que era cantante lírica, soprano, tenía una voz preciosa, que me encantaba disfrutar cada vez que se me permitía ingresar a los ensayos.

Con ellos mi estadía se hacía más amena y me permitía adaptarme mejor a la ciudad. A menudo me invitaban a comer o incluso a conocer a otros amigos que tenían, que lamentablemente seguían sin conocer poco y nada de Chile, excepto por algunos destinos turísticos muy puntuales.

Mi familia estaba encantada de todas estas cosas que les podía contar acerca de mi experiencia en Paris. A menudo se reían cuando les tenía que hablar de cómo las personas me preguntaban cosas ligeramente extrañas sobre Chile y nuestro estilo de vida, que tanto me recordaba que era parte del tercer mundo. La Fran siempre me recordaba cuánto me echaba de menos, a lo que yo claramente le correspondía e intentaba expresarle como me sentía, para que se de cuenta de que, de alguna manera, nos encontrábamos al mismo lado de la vereda y nos acompañáramos en el proceso. Me daba cuenta de que pasaba bastante tiempo carreteando, intentando despejarse, probablemente, lo que en el fondo me alegraba bastante, ya que al menos contaba con una entretenida distracción.

Para cuando quedaba poco menos un mes para finalizar mi intercambio, me había hecho muy cercana a Jo, como me gustaba decirle y a Andrea, con quien pude descubrir por qué las mujeres se podían sentir atraídas por los hombres. El hecho de que nos comunicáramos principalmente hablando inglés, aunque con Jo también hablábamos francés, hacía que todo fuera aún más cómico e interesante, sobre todo a la hora de hacernos conscientes de nuestros acentos, que variaban según nuestras nacionalidades. Siempre le decía a la chica que se me hacía atractivo su inglés por el toque francés que le daba naturalmente, bastante embriagador.

Con esto, se me solía complicar hablar con Fran sobre mis amigos, ya que notaba que no estaba del todo cómoda cuando le hablaba de que compartía tanto con ellos y de ciertas cualidades que veía, como, por ejemplo, el carisma de Andrea. En mi mente, después de analizarlo, se me hacía lógico que pudiera incluso sentirse celosa, porque claramente estábamos lejos, como una pareja y más encima le contaba sobre otras personas que me agradaban, por lo que comencé a dejar de hablar demasiado del tema.

Mis mamás, por otro lado, insistían en que los invite a Chile, como si fuera llegar y viajar, aunque para mi sorpresa, Andrea me mencionó su interés por un intercambio, pero a Santiago o más al sur, para poder estar como concertista por un periodo, lo que me emocionó bastante y que, por supuesto, le pedí que me contactara si es que llegaba a concretarse.

Al compás de mi historia (LGBT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora