❝Becky tenía preguntas para Freen, preguntas de las nunca escuchó respuesta.❞
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Esta historia no es mia, es solo una adaptación, todos los créditos y derechos para su escritor/a original: @tobaccosunburst_
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Un chico de cabello azabache corría a todo lo que daban sus pies por la enorme casa. Algunos lo miraban extrañados y otros solo pensaban que eran cosas de adolescentes. Su destino era llegar a la última habitación donde estaría la persona que necesitaba, cuando abrió la puerta todos voltearon a ver al chico pero este caminó directamente hacia la pelinegra que estaba en el extremo de la habitación.
—¿Heng? ¿Qué haces aquí?—Sonaba confundida. El chico la miró en silencio aún con su respiración regulándose.
—Freen...—Relamió sus labios y se aclaró la voz antes de seguir—. Freen, es Becky...
Freen frunció el ceño, parecía confundida y molesta.
—¿Qué pasa con ella, Heng? ¿Te mandó aquí para hacerme cambiar de opinión? Pierdes tu tiempo porque...
El chico se acercó y la tomó por los hombros.
—Se suicidó.
La pelinegra se calló al instante y miró al chico buscando algo que le dijera que era mentira pero no encontró nada.
—¿Q-Qué?
El chico asintió intentando no llorar.
—Estás bromeando ¿no?, Becky no pudo...—La chica parecía evasiva e incrédula.
—Cuánto desearía que no lo fuera. Ella...—Su voz se quebró lo que lo hizo tomar aire para seguir—. No fue a casa ayer, no contestó nuestras llamadas y mamá dice que estaba extraña antes de ir a trabajar. La encontraron en una habitación de un hotel de Hongdae ella...
—No...¡Eso no puede ser!—La pelinegra se levantó con violencia y comenzó a tirar de sus cabellos negros—. Becky, ella, no...
El sollozo fue claro. El padre de la chica quien había visto el cambio abrupto de esta por la noticia comenzó a hacer una seña de que todos salieran. Freen se dejó caer de rodillas aún con su bata de baño y con su maquillaje recién hecho estropeándose.
—Freen...—Dijo su madre acercándose para abrazar a su hija mientras esta se movía bruscamente tapando su cara.
—Hay más...—Heng volvió a hablar—. Dijeron que hay un cuaderno que dice tu nombre, es para tí...
—¿Do-Dónde es-tá?—Preguntó entre el hipo.
—Se lo dieron a mi madre. Ella me ha dicho que no dice por qué se suicidó o eso dijeron los policías.
Freen dejó de llorar moméntaneamente y miró al chico con sus ojos brillosos a causa del llanto.
—Quiero leerlo.
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