Capítulo 1: Girasoles al borde de un acantilado

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Aktnicx y Nikailin Leizz nacieron el uno de septiembre de 2004, siendo prematuros por tres meses y habiendo corrido el riesgo de perder la vida durante el complicado parto. Se criaron en Vannderdrikn, una ciudad desconocida para la mayoría de los habitantes de este planeta, debido a que está situada en una diminuta isla del océano Pacífico llamada Atalnaika. Su padre era ingeniero náutico y su madre poseía una pequeña cadena de tiendas en las cuales vendía y promocionaba el producto local. Todo era perfecto hasta que su padre los abandonó y se fue a vivir a Suiza con su nueva mujer, dejando así a Mikny sola a cargo de sus hijos, los cuales tenían dos años por aquel entonces.

Los hermanos Leizz solo fueron educados por su madre, ya que nunca llegaron a conocer a Franklyns, porque cuando los abandonó, ellos no eran conscientes de lo que pasaba, por lo que guardan un enorme rencor a su padre, si es que se lo puede llamar así, puesto que para ellos, nunca había existido, ni tan solo sabían su nombre ni quien era, y la verdad, preferían no saberlo.

A pesar de todo, Aktnicx y Nikailin estaban muy unidos, siempre estaban el uno para el otro, en las malas y en las buenas, si hacían trastadas, las hacían juntos, si tenían que ayudar a alguien, lo hacían juntos; ellos eran inseparables, y además de hermanos, eran mejores amigos. Eran altos y delgados, tenían la piel un poco bronceada y suave, el pelo corto y moreno, con algunos mechones rubios naturales y unos preciosos ojos que eran una mezcla de verde y gris, con pequeñas manchitas de color miel cerca del iris. Aparte de ser increíblemente guapos, eran muy simpáticos, bondadosos y amables, aunque, como todo par de gemelos, cada uno tenía sus propias características que lo diferenciaban el uno del otro.

Aktnicx era orgulloso, tímido, inteligente y odiaba hablar en público. Le encantaba escuchar música y en su tiempo libre cantaba encerrado en su habitación, ya que según él, su voz era espantosa y no quería que nadie lo escuchara cantar, le daba mucha vergüenza; pero eso no era lo que pensaban las pocas personas que habían tenido el privilegio de oír esa preciosa voz al son de una melodía.

Al contrario que su hermano, Nikailin era un chico sociable, carismático y poseía un don para caer bien a la gente. Era un amante de los deportes, pero el que más le fascinaba sin duda alguna era el balonmano. Era muy bueno y por eso ejercía de capitán en el equipo local, además, aspiraba a jugar en la liga nacional. Al igual que a Aktnicx, le encantaba escuchar música y tocar el piano, pero esto último jamás lo admitiría, ya que se avergonzaba de poseer esa virtud. Nunca nadie lo había escuchado tocar, ni tan solo Aktnicx, que era la persona en la que más confiaba, aunque estaba seguro de que no lo juzgaría, le daba miedo decepcionarlo.

Aunque toda esta bonita historia acabó un 25 de julio, ese día, su madre murió a causa de un ictus. Cuando ocurrió dicha desgracia, los niños se quedaron dos noches en casa de su vecina, una mujer bajita, delgada, de pelo canoso, con unas cuantas arrugas y un amor incondicional hacia los niños. Vivía en una casita pequeña, aparentemente vieja y un poco descuidada, pero cuando cruzaban el umbral de la puerta principal, se convertía en un espacio diáfano, cálido y acogedor. La vivienda tenía dos habitaciones, un baño, salón y comedor juntos y una pequeña cocina.

Tanto Aktnicx como Nikailin sufrieron mucho con esta situación, y lo que más necesitaban en ese momento era estar unidos. Sin embargo, tres días después de esta trágica historia, los hermanos Leizz fueron separados a sus trece años, debido a que el gobierno los dio en adopción en centros distintos. Esa fue la peor decisión que se podría haber tomado, esos niños lo que necesitaban era estar juntos, no separados, ya que ambos siempre habían estado muy unidos a su madre, y su muerte se sintió como si les quitaran la respiración.

El momento de la despedida fue muy duro, los dos se abrazaron fuertemente mientras lloraban desconsoladamente y soltaban gritos desgarradores diciendo que por favor no los separaran, pero nadie les hacía caso, el gobierno ya había tomado una decisión y no había marcha atrás. Las responsables del centro en el que se quedaría Aktnicx, les repetían una y otra vez que ya era hora de que se separasen, que ya debían entrar, pero ellos no se soltaban. No lo hicieron hasta que intervinieron los policías y cogieron a Nikailin, que se quedaría en un centro que quedaba a tres horas en coche.

Ya habían pasado tres duras semanas desde la despedida de aquellos niños desafortunados. Aktnicx no había parado de llorar desde la muerte de su madre, no comía y no quería socializar con nadie. Se pasaba el día encerrado en su habitación pensando una y otra vez porqué tenía que pasar por eso, ¿Por qué a él? ¿Por qué a su hermano? ¿Por qué a ellos? ¿Por qué no podían tener una vida normal? ¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ? ¿Qué habían hecho para merecer eso?. Nadie se merecía pasar por algo así, nadie, por más malo que fuera, nadie se merecía que le quitaran a sus seres más queridos. Y lo que más le enfurecía era que por más preguntas que se hiciera, nunca obtenía una respuesta, nunca.

Estaba empezando a entrar en depresión, sus responsables se dieron cuenta, intentaron ayudarlo y lo llevaron al psicólogo, pero eso solo consiguió que se sintiera peor, un estúpido, un enfermo que no podia controlarse a sí mismo. Quería hablar con su hermano y no podía, les habían cambiado el número de teléfono a ambos, además, les prohibieron instalarse cualquier aplicación que fuera una red social y los rastreaban, cosa que contribuía a alcanzar un nivel de ansiedad y depresión muy alto.

Había un grupo de chicos de entre quince y diecisiete años que consumían drogas y bebían alcohol a escondidas de los responsables. Aktnicx los descubrió, lo probó y desde ese día, también empezó a consumir esas sustancias, eso fue lo único que le permitía escapar de la realidad, de olvidarse de todo el dolor que estaba sintiendo y de evitar caer en una profunda depresión. Siempre se iba a dormir con los ojos rojos y ajeno a la realidad, se estaba volviendo adicto, lo sabía, pero no podía evitarlo, era su única vía de escape.

Un día, le dijeron que su hermano se había cambiado el nombre y el apellido, sin embargo, nunca le dijeron cómo se llamaba de ahí en adelante, por más que insistiera, nunca se lo dirían, el gobierno había impedido proporcionarle esa información y todo lo que tuviera que ver con su hermano. También pasaba viceversa, Nikailin nunca supo nada más de su gemelo, nadie le contaba nada de él, y por mucho que insistiera lo ignoraban, le frustraba mucho el no poder saber nada de la persona más importante de su vida.

CUATRO CAMINOS UNIDOS POR UN ÚNICO DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora