3.LA CHICA DE LA MELODÍA PERFECTA

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CAPÍTULO 3-LA CHICA DE LA MELODÍA PERFECTA

"El dinero lo es todo, es lo que mueve el mundo;

Sin dinero no hay felicidad.

Sin dinero no hay amor.

Sin dinero no hay éxito y si no hay éxito no eres perfecto.

Se puede ser imperfecto con éxito, pero no se puede ser perfecto sin éxito."

*

Me parece estupido que nos hagan sentarnos a escuchar a algún insensato que toca terriblemente mal, cuando todos sabemos que lo van a contratar de todas formas, con la esperanza de que mejore la orquesta.

Yo no debería estar aquí.

Debería estar tocando en Milán, en París o en Berlín.

Yo soy mucho mejor que todos ellos juntos y mi potencial no se puede desperdiciar de esta manera.

Se que padre dijo que pronto, con la llegada del baile de máscaras la orquesta recobrara su protagonismo, y con ella, yo, la estrella del teatro creará un contraste ensordecedor entre mis patéticos compañeros y las notas del violín.

Ningún hombre de mi clase debería estar trabajando en un lugar como este.

Ignoro la apertura de las puertas y las fuertes pisadas de tacones resonando en el escenario.

Ignoro la larga pausa que hace el dueño del violín.

Ignoro los carraspeos y los cuchicheos en la parte de atrás.

Pero entonces las notas empiezan a sonar con una exquisitez indomable.

Primavera.

Me se la pieza de memoria, pero nunca había escuchado esta obra de forma tan pasional, es como si el olor a rosas y amapolas se abriera paso en mis pulmones y los colores rodearan mi visión.

Las cuerdas con sabor a alegría son rozadas por el arco con suavidad. hechizando con la falsa ilusión de una estación cálida y serena.

Pero entonces un estridente sonido se interpone entre la armonía anterior y el violín.

Verano.

La descompuesta y desoladora melodía me rompe el corazón y me transporta a un día lluvioso, las nubes se arremolinan en mi mente y los relámpagos resuenan en mis odios.

Es verano, pero no se siente como tal.

El músico ha cambiado la melodía, la ha hecho suya, ha creado un huracán de desastre de una tarde de sol hiriente.

No toca con las manos.

Toca con el corazón.

La ira me atraviesa al escuchar su forma de tocar, busco errores y hay demasiados, pero son errores perfectos.

Errores que haría un novato tocados de forma excelente.

Y me enfado.

Me enfado porque tiene algo que yo no tengo.

Me enfado porque sé que yo nunca podría hacer algo así.

Me enfado porque no puedo evitar levantar la vista.

Me enfado por lo que veo.

Una chica de aspecto débil pero audaz, de facciones delicadas pero tristes, de torpeza y secretos.

Una muchacha demasiado delgada, demasiado pobre, demasiado simple acaba de tocar la melodía más perfecta que he escuchado nunca.

Me resulta imposiblemente devastador que una simplona acabe de hacer una obra maestra.

Me resulta terrible pensar en la posibilidad de que esa chica pueda llevarse mi puesto.

Me resulta horrible descubrir que no soy lo suficientemente perfecto.

No puede quedarse.

La actuación se acaba y alguien dice algo, pero los ojos grises de la intérprete atisban su alrededor como si fuera parte de un cuento perfecto.

¿Cómo alguien de apariencia tan vacía puede crear algo tan mágico?

Todos aplauden.

Todos aplauden menos yo.

No puede quedarse.

La Canción Escarlata Donde viven las historias. Descúbrelo ahora