Recordaba bien ese día, era la mañana de un sábado.
Sus manos habían sujetado tan fuerte al menor que pequeños gritos salían de sus labios murmurantes, tenía sus uñas rasgando las sábanas mientras jadeaba en contraparte con su oreja desnuda. La cama movía tanto que la madera rechinaba pero no importaba cuando no había nadie en la casa.
Se sentía confuso, el pequeño quackity mareado tenía tanto en mente que al final solo podía pensar en cuanto amaba a su novio por encima de él.
Quackity rasguñaba la espalda de luzu que desesperadamente embestía su interior haciendo que el pequeño soltara grititos de dolor -Mírame, quacks- suplicaba.
Cuando alguien tiene sexo, normalmente se podría sentir una descarga eléctrica o alguna mierda erótica como se describía en la lectura porno que solía mostrarle luzu a quackity de vez en cuando en sus tiempos libres de su tarea. Pero en esos momentos quackity sentía culpa por no sentir nada más que dolor.
Estaba sangrando y eso personalmente no le molestaba a luzu cuando sentía su pene escarbar su interior.
El menor asintió abriendo los ojos cubiertos de pequeñas lágrimas indeseables, sin decir una palabra clavó sus pupilas azuladas viendo a las rubíes dilatadas por la satisfacción, el pequeño se agarró fuerte de sus brazos para cuando comenzó a sentir los movimientos más repetitivos.
-Mi cabeza duele- susurró.
Luzu sonrió de forma ladina besando su mejilla con amor y apretando sus muslos bajo sus piernas -Un poco más, amor- gimió acercándose al orgasmo.
Sentirlo dentro, era el castigo divino de Dios.
Jadeó contra la cabeza de quackity para cuando comenzó a golpear su interior dolorosamente a pegándose al lugar apretado, aferrado al agarre mordió su hombro pálido antes de dejar caer su semen dentro del menor. Un grito había salido de quackity para entonces que sentía cómo si el mundo le diera una vuelta completa.
Con el interior lleno de su semilla junto a un líquido rojo desbordandose solo esperaba no morir allí mismo en la propia cama de sus padres -¿Ya terminamos?- preguntó.
-¿Tanto quieres que me vaya?- bromeó y el azabache negó -Pero sí, ya terminamos, te haré de comer.
-Tengo ganas de unas hamburguesas- dijo quackity -Y papas fritas.
Luzu se levantó de la cama sacando su pene de dentro del niño apoyado en el colchón, limpió su entrepierna con toallitas para bebés -De acuerdo- dijo entre risitas.
Subió su ropa interior y el pantalón apretando fuerte el cierre junto al cinturón de cuero, quackity limpió su trasero usando las mismas toallitas sin ver la inestable sangre que había sido manchada, se pusó el pantalón deportivo una vez haberlo hecho.
Se estiró arreglando sus cabellos negritos viendo hacía la dirección de luzu -¿Cómo lo hice hoy?- preguntó curioso.
-No escuché nada de quejidos, eso estuvo muy bien.
-Pero no gemiste nada, cariño- agregó -Te doy un 7/10.
Quackity sintió un golpecito en la nuca como si tan sólo esas palabras lo hubieran significado todo, un llanto interno sobre él, se aferró a las mantas acariciandose el rostro -Oh, okay.
-No te deprimas, mi niño, lo harás mejor luego- acarició su cabeza, besando la frente del menor cuando se incó sobre sus rodillas a la altura de su cara.
-¿Luego?
-Luego de comer, quiero que tengamos más sexo.
No le gustaba la palabra " sexo ", se sentía tan vulgar que podría vomitar, quería pensar que luzu y él se amaban tanto que la palabra sonaría más romántica, que cuando se acostaba junto a él podía besarlo apasionadamente, no se quería sentir usado o jodido, pero a quien engañaba; luzu lo había jodido hace mucho, asintió penoso apoyándose en los hombros del mayor -Sí, de acuerdo, lo haré mejor.
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ᵃᵖᵉⁱʳᵒᶠᵒᵇⁱᵃ.
FanfictionDetestaba su fecha de nacimiento tanto como su cumpleaños porque le recordaba cada cosa que le hizo llorar en su camita con el pijama que tanto le gustaba usar, pero aún con todo, amaba el olor de su perfume caro cuando se acostaba en su pechito bus...