Cuando conoces a alguien como Luzu nunca podrías saber lo que esta pensando, es algo gracioso de decir porque nadie sabrá nunca que estará pensando una persona del otro, pero las personas como Luzu definitivamente son la fresa en la punta del pastel. Una cosa que siempre funciona para leer a la otra persona es observar deliberadamente su lenguaje corporal, pero pensar que si Luzu se expresa contento es porque esta de buen humor o si actúa enojado esta de mal humor seria equivocarse nuevamente.
No es que Luzu se considerara una persona de buena salud mental o una buena persona, no es como si se tocara cada noche viendo la foto desnuda de un niño de 6 años o peor, de su niño preferido.
Pero siendo honestos, tampoco se consideraba mala persona.
Digamos que si un pedofilo te diera una explicación lógica del porqué folla con menores te esta engañando o solo se engaña a si mismo, Luzu no follaba con Quackity por una razón en especifico, solo deseaba algo que el ya no tenia.
Inocencia.
El plato había caído al suelo saltando los vidrios al rostro de Luzu, una cortada rozó su mejilla haciéndole una cicatriz horrorosa –¡¿Luzu?! Por Dios.
Auron de inmediato alzó una de sus manos para acercarla hasta el rostro, Luzu detuvo su brazo apretándolo con fuerza, tenía el ceño fruncido para entonces.
Una ráfaga de ira domó su rostro, apenas podía medir su fuerza, el pastel quedó derramado en el suelo y podía ver la serie de Steven Universe pegada en el televisor, con el plato en la cama y uno que otro suéter regado por la habitación vacía.
Auron jadeó de dolor sintiendo como su muñeca se podría destrozar en un segundo nada más —¡Luzu!
La realidad lo chocó como un palo, un balde de agua fría cubierto de hielos en un clima extremadamente frío, soltó el agarre volteando a ver con preocupación —Perdóname.— susurró mientras luchaba por no derramar lágrimas.
Auron odiaba esa expresión.
—Lo encontraremos...— dijo Auron sujetándose la muñeca que tenía la piel marcada de los nudillos de Luzu ademas de sus múltiples anillos de plata o metal.
—Eh, sí, ah.— estaba divagando —Voy a preguntarle a Rubius...
Auron vio la espalda de Luzu correr hasta la sala sacando su teléfono celular, podía ver cómo los dedos delgados del chico temblaban con cada toque rápido que presionaban en la pantalla hasta abrir la opción de llamadas. No sabía porqué, pero a veces el olor de dulce que desprendía de Luzu se sentía cómo si fuera un hedor parecido al de un perfume de princesas en una tienda China sin mucho presupuesto, nunca le dio importancia porque bastaba con saber qué su amigo nunca sería algo así cómo algo falso en una repisa. Luzu se aclaró la garganta.
No pudo oír lo que decía Rubius al otro lado de la línea —¿¡Rub?! ¿¡Haz visto a Quackity?! Se escapó...yo- yo no escuché nada.— estaba sollozando.
Por qué se sentía doloroso?
—Sí...eh? Wilbur?— su expresión entera cambio, pasó de dolido a una fría mirada de puro odio, apretó su teléfono casi destrozándolo —Gracias.— fue lo último que dijo en aquella llamada antes de lanzar el teléfono a la pared.
—Ah, está todo bien?— Auron se preocupó más, en esos momentos solo podía pensar en su madre.
—Auron, tienes que irte.— respondió sin verlo a la cara —Gracias por ayudarme a cocinar, yo me encargo.
El ardor de su muñeca dolía menos que pensar en Luzu enfrentando cosas solo, por qué se sentía culpable? Cerró los ojos sintiendo que el corazón se le rompía en pedacitos pero mentalmente lo arrulló con vendas nuevas aunque manchadas de sangre —Bien, pero llámame.— dijo en un susurro tan débil que pudo haberlo escuchado un duende.
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ᵃᵖᵉⁱʳᵒᶠᵒᵇⁱᵃ.
FanfictionDetestaba su fecha de nacimiento tanto como su cumpleaños porque le recordaba cada cosa que le hizo llorar en su camita con el pijama que tanto le gustaba usar, pero aún con todo, amaba el olor de su perfume caro cuando se acostaba en su pechito bus...