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"EL PRINCIPIO DE UNA ERA"

Antes de que el rector hiciera acto de presencia, en el aula ya se respiraba la tensión.

Nos ponemos de pie de manera automática, siguiendo la rutina que nos han impuesto desde que colocamos un pie en el internado por primera vez.

"El Balcarce es una institución de calidad excepcional: Impulsa disciplina y forma dignamente a los hombres que harán de la Argentina un país justo, profesando las bases que el Señor ha dispuesto en todo ámbito en el que decidan desarrollarse"

—Señor, ¿cómo explicarle? —Kofman, un compañero de curso con el cabello peinado hacia atrás y apariencia de niño opta por hablar.

En otras circunstancias, ese acto me hubiese resultado propio de un imbécil, que no ha recordado la pauta esencial de la institución: A la autoridad no se le dirige la palabra si no es pedido, tampoco se la mira a los ojos, pero esta ocasión es una excepción a la regla.

Intento dispersarme: Abandonar por un instante la situación y todo lo que conlleva (Gerundez arremetiendo contra el poco amor propio que ese pobre chico posee), viendo más allá de las paredes que nos rodean y el sentimiento de complicidad que albergamos en lo más profundo de nuestros corazones solitarios.

Creo que, hasta el día de ayer, nunca habíamos estado tan unidos.

No solo como parte del estudiantado, sino como grupo.

Como resistencia, como libertadores de un pueblo encadenado.

Al menos por veinticuatro horas.

Gerundez insulta a quien sabe que, aunque no existen grandes variantes dentro de lo que es considerado su intelecto: Nosotros, al igual que el resto de los varones que conforman la cifra de pupilos que asisten a clase cada mañana, somos sus víctimas preferidas.

"—¡Que Voltaire, que Robespierre, que esos libros de mierda que les lavan la cabeza y los hacen decir estupideces!"

Si alguno tuviese el atrevimiento de asomarse por la ventana, vería la cantidad de escritos que se pierden entre las potentes llamaradas de un fuego encendido en el patio a modo de advertencia.

"—Eso que van a hacer terminará en una caza de brujas"

Mi querida Mimi: Ya estábamos al tanto, pero el anhelo de, al menos, unos minutos de libertad pudo con nosotros. No fuimos los primeros, pero tampoco vamos a ser los últimos.

Una hoja me golpea la espalda y la tomo lo más cuidadosamente posible por temor a que me descubran: El horno no está (Nunca lo estuvo) para bollos.

"¿Y VEGA?"

Reconozco la descuidada caligrafía de Julián al mismo tiempo que el recuerdo de los acontecimientos del día de ayer aparecen en mi mente. Pensar que todo empezó con un atado de puchos...

Oigo al rector gritar desaforadamente tras tomar un ramo de bromelias que han sido olvidadas sobre el escritorio del maestro, para posteriormente lanzarlo con la brusquedad que lo caracteriza: Sus pétalos, esparciéndose por el lúgubre suelo, crean un maravilloso desastre que nadie se anima a contemplar durante más de cinco segundos.

"—¿¡Quien carajo se creen que con para violar de semejante manera las reglas de la institución!?"

Desvío la mirada un momento y respondo a la duda de mi compañero bajando los hombros: Hoy, en el aula somos treinta y nueve.

Treinta y nueve de los cuarenta pupilos de cuarto año que formaron parte del "motín de primavera"

Un atado de puchos, fumado a altas horas de la noche, hizo que la utopía de enfrentar las imposiciones cobrase vida en nuestras mentes y el humo del tabaco dispersara todo conflicto que podríamos haber tenido. Las cartas eran puestas sobre la mesa y nadie quería desaprovechar la oportunidad que se avecinaba: Entre susurros fue que planificamos aquello que iba a llevarnos a la ruina.

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⏰ Última actualización: Sep 01 ⏰

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