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El cielo era pintado por muchísimas estrellas

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El cielo era pintado por muchísimas estrellas. La luna estaba en el punto más alto y el viento soplaba con fuerza.

Los altos y frondosos árboles que rodeaban el campamento bailaban con las frías corrientes de aire que también amenazaban con apagar la pequeña fogata en el centro del pequeño claro donde el grupo de búsqueda de los fragmentos de Shikon descansaban.

Inuyasha que había inhalado un poco del humo que el viento había arrastrado hacia su cara dio un estornudo llamando la atención del divertido monje a su lado.

Sus cejas fruncidas por el picor en su nariz y su boca conteniendo un insulto para el monje que contenía una risa se mantuvieron por unos segundos antes de que Miroku se levantara dejando su puesto junto a la fogata y los sacos de dormir donde descansaban profundamente Kagome y Sango junto al pequeño Shippo y la gatita Kirara.

Inuyasha lo siguió con la mirada, Miroku se separó de su báculo y lanzando una mirada cómplice al hanyou que aún se mantenía frente a la fogata, se adentró entre los arboles saliendo del área que las llamas iluminaban.

Todo eso, en total silencio.

Inuyasha lo miró desaparecer entre los arboles. Volvió su mirada a la fogata mientras recogía unas cuantas ramas secas tiradas cerca suyo las lanzó al fuego escuchando las ramitas crujir luego se aseguró de que aquellos que dormían plácidamente no le vieran levantarse también.

Se quedó de pie un momento viendo los abultados sacos de dormir, cuando escuchó a Aome roncar sus orejas se erizaron y luego suspiró aliviado.

Entonces solo así se fue por donde el monje había desaparecido.

Cuando Inuyasha lo alcanzó, Miroku se hallaba viendo a los prados que rodeaban el extenso bosque. Aún siendo abrigados por la oscuridad de las sombras de los árboles se miraron en silencio en cuanto Miroku lo escuchó llegar y detenerse junto a él.

Inuyasha algo inseguro miraba debes en cuando hacia atrás, por el camino por donde habían venido. Al mínimo sonido volteaba, se le miraba tenso.

-El viaje de hoy fue muy agotador, no creo que se levanten-

Miroku trató de tranquilizarlo, Inuyasha mantuvo su mirada por el mismo sendero sin decir nada escuchando los pasos cautelosos del monje a su lado acercarse a él hasta sentir como rodeaba su cintura con su mano y ponía la otra sobre su barbilla.

Entonces Inuyasha cambiando su semblante serio y alerta a uno inseguro y ansioso se volteó para verle frente a frente y sin mediar palabra atacó los labios del monje que antes de corresponder con tranquilidad sonrío levemente por la apresurada y desperada iniciativa del hanyou.

Inuyasha lo besaba con torpeza Miroku le correspondía uno que otro tratando de molestarlo, sonreía de por medio haciendo a la bestia gruñir impaciente. El agarre de miroku se agravó cuando Inuyasha rodeó su cuello con sus manos y sus pechos chocaron.

Sus ojos que se habían mantenido cerrados durante la cesión de besitos torpes, se abrieron para degustar de ver a un desesperado medio demonio frotando su erección contra la suya por encima de la ropa. Inuyasha lo miraba con sus cejas fruncidas hacia abajo y sus labios apretados para no gemir, sus ojos que eran iluminados por momentos por la luz de la luna brillaban rogándole atención.

--Inuyasha necesito un respiro--

Se excusó cuando Inuyasha trató de empezar otra ronda de besos, el mencionado pauso sus movimientos erráticos y se separó un poco sin quitarle la mirada de encima.

Miroku siguió jugando con él poniendo una expresión cansada, casi indiferente causandole un nudo en la garganta al hanyou que parecía un perrito regañado, pensó que quizás fue muy apresurado lo que habia hecho y se sintió avergonzado.

--¿Hoy sólo besos?--

Se atrevió a preguntar bajando la mirada mientras jugueteaba con las perlas de su collar, todavía nervioso.

--Hoy sólo tenia pensado conversar--

La respuesta del monje hizo a Inuyasha enrojecer más.

--Conversar...--

Repitió en un hilillo de voz que sonó decepcionado, al mismo tiempo sus orejas se vieron decaidas.

Miroku se reía internamente.
Siguió con su jueguito sin apartar la mirada del avergonzado hanyou frente a él que ahora trataba de ocultar la erección que se marcaba en su Kimono rojo.

--¿Tu querías hacer algo hoy?--

Miroku preguntó sin ningún tipo de vergüenza señalando con su índice la entrepierna del hanyou que aunque nervioso y avergonzado respondió con un asentimiento de cabeza algo tímido.

Algo dentro de él se regocijo al ver al hanyou tan nervioso.

--Ayer tu y yo no podimos...--

Inuyasha trató de explicar su desesperación del momento.

La noche anterior como era costumbre desde hace un par de noches atrás, Miroku y Inuyasha se encontraban a una distancia prudente para hablar en lo que pasaba la noche y mientras hacían guardia.

Dios! llevaban tiempo haciendo guardia juntos, llevaban cerca de un año viajando juntos y hasta hace unos días el monje había logrado encender una chispa lujuriosa en el hanyou que acostumbraba a gritarle cuando contaba como había conocido a la mujer de su sueños en cada aldea que visitaba.

La nueva rutina de Inuyasha por las noches en los últimos cuatro días era escuchar a su amigo hablar sobre las mujeres con las que se había acostado. Aveces le incomodaba y otras veces le daba absolutamente igual, pero algo que le llamó sumamente la atención fue saber que Miroku no sólo había follado con mujeres sino que con hombres por igual.

Miroku había mencionado su primera vez experimentando con un hombre vagamente entre risas divertidas, quizás recordando que tan caótico había sido. Siguió parloteando contando lo amable que había sido aquel hombre al ofrecerle posada por unos días y de como su actitud había cambiado en el momento en que los dos se habían visto bajo las sábanas del mismo futon.

Miroku le daba cuerda a su lengua, contaba lo que quería sin importar si Inuyasha escuchaba o no. Hablaba aunque fuese ignorado. Pero a medida avanzaba su historia y detallaba como iniciando con besos lentos y caricias por debajo de sus batas de dormir, habían llegado a masturbarse mutuamente y a pasar otras noches más escabullendose en la habitación de al lado para seguir con lo que hacían la noche anterior vio a Inuyasha mirarle con un ápice de interés.

Miroku se quedó mudo cuando las mejillas de inuyasha se pintaron de un leve rosita al escucharlo explicar como preparó a aquel hombre antes de penetrarlo. Y una sonrisa gatuna adorno su rostro cuando se percató de que Inuyasha trataba de ocultar su erección con las largas mangas de su Kimono.

--¿Inuyasha quieres que te enseñe como lo hicimos?--

--¿Inuyasha quieres que te enseñe como lo hicimos?--

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《Excelencia, enséñeme usted》Miroku x Inuyasha Donde viven las historias. Descúbrelo ahora