Una semidiosa maldita.

Tres.

—¿Entonces me están diciendo que una sola chica pudo contra ustedes dos? —les preguntó Shoko incrédula.

—¡No pudo con nosotros! —se quejó Gojo—. No nos ganó ni nada de eso.

—Pero nosotros tampoco la derrotamos —le recordó Geto.

—¿Entonces una chica empató con ustedes dos? ¿Juntos? —siguió preguntando Shoko.

Los dos chicos comenzaron a quejarse al mismo tiempo, diciendo cosas como:

—Si a alguien no se le hubiera olvidado poner la pantalla, yo habría invocado algo más grande y hubiera sido pan comido.

—Y si alguien no me hubiera prohibido usar Azul, esto habría terminado en un santiamén. 

Shoko únicamente los miraba divertida, había recibido su llamada para que los alcanzara en el local de crepas que habían acordado probar y ahora podía tener comida y espectáculo mientras seguía viendo como sus dos amigos se echaban la culpa entre sí. 

Entonces, mientras comía su crepa a pequeñas mordidas, miró al resto de personas entrando y saliendo del local. 
Hasta que su mirada cayó en una chica de aspecto extraño.

—¿Cómo dijeron que era la chica? —les preguntó Shoko a sus dos acompañantes, quienes le daban la espalda a la puerta del local.

Ambos se quedaron callados mientras pensaban como describir a la chica.

—Tenía rasgos americanos, cabello negro y ojos verdes —dijo Geto.

—Era bastante alta, y tenía muy buena forma —dijo Gojo, con una sonrisa coqueta.

Claro, Gojo no la había visto sin sus lentes, por lo que solo podía hablar de la complexión de la chica que había visto gracias a la energía maldita que la rodeaba.
Y algo que Geto no había mencionado, es que la había encontrado increíblemente hermosa. 

Shoko asintió ante todas su palabras, sin mirarlos a ellos directamente, pero a alguien detrás de ellos.

—¿Cómo esa chica? —preguntó mientras señalaba con su mentón a la azabache que se había sentado del otro lado del restaurante, iba acompañada de un gato negro.

Gojo y Geto voltearon al mismo tiempo, y cuando reconocieron a la chica con la que se habían enfrentado, abrieron sus ojos con sorpresa. 
Entonces miraron alrededor, había demasiadas personas como para hacer algún movimiento en ese instante.

Aunque Shoko no pensó lo mismo mientras se ponía de pie y caminaba hasta la mesa de la chica bajo las miradas incrédulas de sus amigos.

—¿Escuchas algo? —le preguntó Geto a Gojo, mientras veían como las dos intercambiaban un par de palabras.

Gojo negó con la cabeza.

—Hay demasiado ruido aquí.

Entonces, para su sorpresa, pudieron ver como Shoko y la chica de ojos verdes se reían juntas, para que después la desconocida volteara a su mesa y les saludara con un gesto de su cabeza.

Los dos se levantaron de su mesa y comenzaron a dirigirse hacia ellas, quienes seguían hablando con un tono de voz amistoso y entusiasmado, como si fueran amigas de toda la vida.

—Shoko... —le habló Geto con un tono de cautela, su amiga únicamente los volteó a ver con una sonrisa en sus labios.

—¡Chicos! Les presento a Percy Jackson, se mudó a Japón hace dos semanas.

Gojo fue el primero en salir de su sorpresa mientras tomaba asiento en una de las sillas vacías frente a las dos chicas, justo enfrente de la de ojos verdes.