Capítulo 5

55 6 2
                                    

Pov: Diamante

Salgo de mi pent house con pasos firmes, Esmeralda viene atrás de mí, ella se sube a su auto rojo descapotable, no sin antes decir,

-adiós amor, nos vemos a tu regreso-

yo no volteo a verla, camino con rapidez a mi automóvil, me pongo mis gafas obscuras, ¿en qué momento subió tanto la temperatura?, veo como mi chofer, con rostro de sorpresa, se le queda viendo a Esmeralda después de haber escuchado la forma en la que se despedía, decido interrumpirlo,

-no te distraigas, aquí no hay nada de importancia para escuchar y ver, vámonos, se me hace tarde-

me siento en la parte de atrás mientras Rubeus sube al auto tomando el volante, y con toda confianza se dirige hacia a mí,

-vamos Diamante, ¿es enserio?, de todas las mujeres en este mundo, ¿decides estar con Esmeralda? -

lo veo sin mucho ánimo de que se metan en mi vida,

-define "estar" Rubeus-

mi chofer se sonroja y con cara de haber metido la pata por imprudente, se atreve a decir,

-me refiero a tener una relación con la señorita Esmeralda, bueno, eso de señorita es un decir, porque esa mujer se entrega al mejor postor y tú eres el mejor de Tokio-

siento como mis hombros se tensan, aprieto mi mandíbula y me retiro las gafas de sol de la cara con hartazgo, solo veo como se hace ligeramente hacia atrás y decide encender el automóvil para avanzar a nuestro destino.

Volteo el rostro hacia la ventanilla, hago memoria de como inició mi relación amistosa con mi chofer, nos conocemos desde que éramos niños, él era hijo del jefe de jardineros, quien se hacía cargo de los jardines de la casa Black, recuerdo que todo era verde, árboles frutales y flores. Rubeus y yo jugábamos por las tardes después de la escuela, mientras su padre podaba el césped con un gran sombrero que lo protegía del intenso sol, siempre reía cuando nos veía correr alrededor de él, mientras mi madre, se asomaba desde la ventana sosteniendo a Zafiro en brazos, nos observaba con una gran sonrisa, siempre divertida.

Después, todo cambió, mis padres fallecieron y a los pocos meses también el padre de Rubeus por una enfermedad repentina, parecía que a la casa Black le había caído una maldición, éramos tres huérfanos cuidados por mi nana. Suspiro, y veo por el espejo retrovisor el rostro de mi amigo, como olvidar cuando sollozaba todas las noches después de haber perdido a su padre, parecía que el dolor nos unía.

-Rubeus, sé que te preocupas por mí, pero hablas como si no me conocieras, ¿en verdad crees que la peliverde es el tipo de mujer que yo elegiría para formalizar una relación?, ahora, escucha bien, si Esmeralda es una caza-fortunas, es asunto de ella, no mío, que nos estemos acostando no significa que le esté pagando o me esté robando mi fortuna, solo nos divertimos lo necesario-

-ten cuidado Diamante, a veces es difícil quitarse de encima esa clase de mujeres, a mí me parecen un tanto conflictivas, imagina conocer a alguien que realmente valga la pena y Esmeralda se interponga entre los dos, yo no creo que ella sea de las personas que decidan retirarse tan fácilmente de la vida del otro, mucho menos si eres tú-

sonrío y volteo la mirada, hay un tráfico de mierda, veo mi reloj, vamos atrasados.

-Necesito que aceleres, que vayas lo más rápido posible, ya me deben estar esperando en el hangar-

algo me distrae, se empareja un vehículo y la veo, no puedo quitar la mirada de encima, observo su perfil, una rubia hermosa al volante, sus facciones finas me enganchan de inmediato, nariz pequeña y respingada, sin pensarlo, tengo un deseo que no puedo explicar, necesito verla más cerca, quiero conocer sus ojos, sus labios, tengo la necesidad de apreciar su rostro. Lleva una playera blanca con algunos estampados que aún no puedo distinguir, pero una de las mangas cae del hombro, su piel con la luz del sol tiene un brillo muy peculiar, la pierdo de vista y seguimos avanzando sobre carretera.

SerenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora