Capítulo 4

60 5 1
                                    


Pov: Diamante

Se escuchaban gemidos en toda la habitación, las penetraciones eran profundas y rápidas, nuestros cuerpos mojados por el sudor. Veo como se aferra a las sábanas, está a punto de llegar a la cúspide del placer, mi ego se engrandece al saber cómo puedo hacer sentir a esta mujer, lo acepto, soy egoísta, en estos momentos solo deseo disfrutar sin compromisos ni contemplaciones. Esmeralda ha sido, en los últimos meses, mi compañera solo en la cama, no me disgusta, pero tampoco es la criatura con la que deseo pasar el resto de mi vida, a veces pienso que no existe ninguna persona destinada a estar conmigo, siento que solo viviré predestinado a mis empresas, cuando lo pienso, me parece tan patético y triste.

Escucho un gemido fuerte indicándome que está teniendo un orgasmo, yo me dispongo a terminar con rapidez, no pienso permanecer más tiempo con ella, tengo negocios por atender. Presiono con fuerza sus muslos, termino y me dispongo a salir de su cavidad recostándome solo cuestión de segundos para recuperar el aliento, ella trata de abrazarme, sin embargo, no le permito realizar esa acción, pues no lo deseo ni me complace, me dispongo a levantarme y meterme a la ducha.

-Cariño, ¿a dónde vas?, déjame abrazarte unos minutos-

-no tengo tiempo, debo ducharme, hoy viajo por asuntos de negocios y no puedo atrasarme-

- ¿qué es tan importante que no puedas estar conmigo más tiempo? ¡ah, ya sé!, déjame acompañarte, prometo no molestarte, puedo ir de compras mientras tratas tus asuntos.

-esta vez no Esmeralda, es algo mucho más serio y complejo, no pienso llevarte para que todos te vean como mi dama de compañía, además, dudo tener tiempo para estar contigo, estaré con mis socios-

-bueno, eso puede cambiar, puedes decir que soy tu prometida, así las cosas, serían diferentes, ¿no crees? -

Sale de mis labios una media sonrisa, no sé qué me da más risa, si el hecho de que esta mujer piense que es mi tipo para formalizar una relación o que cree de la manera más ingenua y estúpida que la llevaría conmigo. Me meto a la regadera y mientras el agua caliente cae sobre mi cabello, siento como las manos de Esmeralda comienzan a deslizarse sobre mi espalda y mi trasero. Me volteo y ella se agacha, comienza a lamer mi miembro, después a dar pequeñas succiones,

-maldita sea- digo entre dientes y dejo caer mi cabeza hacia atrás, el agua cae sobre mi rostro y nos moja a los dos, el vapor se adueña del baño y nuestros cuerpos se observan borrosos detrás de las puertas de cristal del área de la regadera.

Admito que es molesto que esta mujer no entienda que tengo prisa, que me espera un avión con mis abogados y mi equipo de trabajo, pero,

-se siente tan bien- digo en voz baja, coloco mi mano sobre su cabeza y comienzo a manejar las succiones al ritmo que me gusta.

Me siento un hombre tan deseoso de afecto y comprensión, pero desde que murieron mis padres en ese accidente, tuve que hacerme responsable, no sólo de mi vida sino también de la de mi hermano y de todo el legado Black. Un peso que tuve que aprender a cargar desde pequeño, mi historia me ha hecho frío y calculador, he contenido lágrimas porque sé que soy el soporte de lo que queda de esta familia, mi hermano y yo.

Pero, detrás de esta coraza, la que permite que me vean como un hombre de carácter y quizá sin una pizca de sentimientos, escondo a un ser humano que en cualquier momento podría derrumbarse. No sé cuanto tiempo más, podré seguir estoico, no sé cuanto tiempo más tendré la fuerza necesaria para tener las empresas y negocios bajo control, hacer que todo funcione es tan estresante y abrumador.

SerenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora