Jeon Jungkook a sus 22 años tenía la vida más que hecha, jefe de la empresa de su padre y recibido en Administración de empresas. Su humor siempre había sido tranquilo, controlado y al margen de lo necesario.
Al menos hasta aquella noche de otoño en la que oyó como alguien tiraba los platos de su cocina.
Y él vivía solo.
No se acobardó, ni mucho menos, muy por el contrario tomó su bate de softball y bajó hasta la cocina preparado para noquear a cualquier ladrón que osó entrar a su casa.
¡Y qué sorpresa fue prender la luz y encontrar la cocina totalmente vacía, toda su vajilla destrozada y la ventana levemente abierta!
Rió tomando una bolsa de plástico y con su mano comenzó a meter todo el desastre en ella, él no creía en los fantasmas, él no creía en nada y la única explicación que halló fue que él había dejado mal puesto las cosas en un principio.
Pero, cuando estaba terminando de limpiar, y sintió que algo se prendía de su pantalón, el terror lo invadió. Con lo poco que le quedaba de coraje se giró y, otra sorpresa más, una especie de ser humano de no más de 15 centímetros lo miraba expectante.Ambos, a punto de entrar en pánico al más mínimo movimiento del contrario.
El silencio inundó la sala, Jungkook no parpadeaba y el chico en miniatura se removía asustado, muy lentamente.
Y de repente Jungkook alzó el bate, el chico echó a correr por la casa a toda la velocidad que sus cortas piernas le permitían mientras el empresario lo corría cual desquiciado.
Y así estuvieron, uno intentando matar al "bicho" y el "bicho" corriendo por su vida, trepandose a los muebles y saltando de un lado a otro, gritándole que se detuviera. Que no quería morir todavía. En algún momento alguno de esos gritos hizo efecto ya que Jungkook paró su persecución dejándose caer en el sofá. Agotado.
El chico se trepó con dificultad a la mesa de café y se sentó en ella, mirándolo, esperando alguna reacción.
"¿Qué cosa eres?" Inquirió Jeon entrecerrando los ojos, estaba prácticamente seguro de que estaba teniendo alguno de esos sueños extraños que luego le contaba a su psicólogo y eran consecuencia de su estrés. Pero ese bicho parecía demasiado real.
Hasta humano.
"No soy un algo, soy un alguien. Me llamo Taehyung" Habló el pequeño y, una novedad, parecía ser bastante tímido "Una anciana me transformó en pequeño por haberle robado un colgante que no valía nada" Murmuró. Jungkook gruñó y se acercó más a él, escrutando con la mirada.
"¿Qué hacías en mi casa? ¿Querías robarme?" Su voz sonó áspera y fría, a punto de asesinar al pequeño con palabras. Este se removió e intentó hacerse más pequeño, si eso era posible.
Jungkook no sabía ser más amigable.
"No como hace días y el hambre me tiene desesperado. Vi tu ventana abierta y creí que habría algo" Habló con la voz temblorosa "Lo lamento, ya me iré" Susurró parándose. Y Jungkook se tomó la libertad de analizar al chico, notando sus ropas rotas y lo sucio que se veía. Era todo muy extraño para su gusto, pero sus padres le habían enseñado a no ser egoísta.
Al menos, no la mayor parte del tiempo.
"Quédate a pasar la noche y mañana a la mañana veremos que hacer" Espetó acercándose a su botiquín y agarró algo de algodón con unas vendas, improvisando una cama pequeña. La preparó en la mesa y lo miró por última vez antes de entrar a su cuarto "Como mañana me despierte, me falten cosas y no estés, te juro que te encontraré y te aplastaré con este bate" Amenazó, encerrándose con un portazo.
Ya en la comodidad de su cama suspiró, se sentía demasiado cansado como para hacer nada y, casi sin darse cuenta, cayó dormido esperando a que todo realmente hubiese sido un mal sueño y no un encuentro extraño, que le cambiaría la vida.
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Cuidando a un Mini Taehyung (KookV)
FanfictionSi te encontraras con un intruso de la altura de una barbie y las intenciones de un ladrón cualquiera, ¿Qué harías? Jungkook decide hacerse cargo de él, con su instinto salvador puesto en juego y más que dispuesto a ayudar a Taehyung, el ser humano...