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—Desnúdenlo.

Los hombres que corrieron de repente tardaron menos de un minuto en quitarle la ropa. Pero, ¿acaso Junmyeon se quedó quieto mientras lo hacían? De ninguna manera. Al final, el hombre con ojos gatunos quedó con una línea de sangre en la mandíbula producto de un rasguño. Los otros Yakuzas también habían sufrido lesiones en el rostro, e incluso le había mordido la oreja a uno de ellos. Trató de zafarse tanto como pudo, pero no pudo superarlos con la fuerza que poseía.

Junmyeon se sacudió los hombros violentamente, cubriéndose de arriba y abajo con ambas manos, mientras miraba al Hombre. Pero el tipo simplemente volvió a cambiarse los guantes de cuero y se acercó a Junmyeon. Entonces, miró de forma extraña a Junmyeon, quien estaba de pie, cubriéndose la parte inferior de su cuerpo. Sin embargo, sin emitir una palabra más, puso su dedo en la boca de Junmyeon y examino cuidadosamente.

—Vamos... ábrela.

—Ah... Gaak...

El sabor salado del cuero hizo que Junmyeon sintiera nauseas mientras los largos dedos vagaban por su boca. Cuando lo vio, el hombre de ojos gatunos se estremeció y abrió la boca y hablo en un susurro.

—Jefe, déjeme hacerlo. Si le vomita, será un desastre.

Al hombre no le importaron las palabras mencionadas, y solo sacó los dedos después de revisar cada rincón de la boca de Junmyeon. Después de terminar con su inspección se quitó los guantes de cuero con gracia, se los entrego al de la mirada gatuna y remplazo los guantes por otros nuevos.

—Saca a todos de aquí.

—... Si. Entendido.

El hombre de mirada gatuna retrocedió y les hizo una seña a los otros, pero no pudo responder de inmediato, como si quisiera decirle algo a su jefe a pesar de estar desobedeciendo las palabras absolutas del jefe. Mientras salían, Junmyeon trató de cubrirse y los llamó ansiosamente.

—Disculpen. ¿A dónde van? Por favor, no me dejen solo. Por favor... Realmente no tengo esas cosas encima. Nunca he visto un dispositivo de rastreo desde que nací. Por favor, mierda, llévenme con ustedes.

Al final, Junmyeon comenzó a sollozar. Se dio cuenta de que esos hombres, que parecían ser capaces de golpear a un tigre con solo los puños, eran muy buenas personas en comparación con el hombre al que llamaban jefe.

—Si ya terminaste de llorar, date la vuelta.

—¿Puedes decirles que regresen? —Junmyeon se encogió de terror y miró al hombre, asustado.

—Les dije que salieran porque parecías avergonzado.

—No estoy avergonzado...

Era mucho más vergonzoso y peligroso para Junmyeon, que era gay, quedarse solo con él que cuando estaban los otros hombres, que ya habían visto tantas cosas. Lo único que temía era que su interruptor erótico se encendiera.

—Entonces, olvídalo.

El hombre levanto su dedo y lo giró en el aire. Aturdido, Junmyeon siguió su movimiento con los ojos y rápidamente bajo su mirada temerosa.

—Quiero decir, date la vuelta y ábrete.

—¿Qué me abra?

—¿Qué diablos? ¿No puedes vivir sin hacer preguntas? Solo hay un agujero más en el cuerpo desnudo de un hombre, por el que puede entrar algo.

A pesar de que su rostro lucía enojado, la voz del hombre permanecía calmada todo el tiempo. Su voz era tan sexy como su apariencia. Cuando le dijo a Junmyeon que quería ver su agujero, el pene cubierto en su mano se retorció y se endureció, incluso en medio de esa situación. Esta vez, Junmyeon también supo de inmediato a que agujero se refería y en donde quería inspeccionar. No sabía que tanto podría caber allí, porque su agujero era capaz de alojar el pene de un hombre, pero pensó que sería imposible meter una cámara en ese lugar.

Cuando el Yakuza se enamora [SeHo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora