Nos pasamos la vida cuestionando las desazones de estar relativamente vivos. Porqué cometemos los mismos errores. Tropezamos con las mismas piedras. Transitamos el recorrido de arboleda a cielo abierto y, aún así, acabamos prefiriendo volver a los senderos oscuros sin noche estrellada.
Porqué seguimos queriendo a quienes nos hacen daño. Porqué hablamos de volver y no de porqué nos fuimos. Porqué concientizamos nuestra infelicidad y no hacemos nada al respecto. Porqué retroalimentamos supervivencias equivocadas. Porqué decimos lo que no somos, a deshoras sentimos y negamos lo construido.
Porqué me cuesta creer en vos. Porqué tu personalidad invalida la mía. Porqué tus inquietudes negativas definen quiénes somos. Porqué competimos, atrincheramos, repartimos. Porqué sobrevivimos.
Porqué lo inmediato antes que lo importante. Porqué no poder es no podernos. Porqué no dejar que la lluvia me salpique. Porqué deshonrar el modo diosa. Y malvivir lo divertido. Lo deseado. Lo apasionado. Porqué reprimirte mis fantasías.
Porqué no decirte que por no saber dejo los planes. Y a vos. Que ya no quiero estar sin poder ser. Porqué no decirte que no te quiero.
Porqué atesorar mudarme a la vida de tus sueños.
Si puedo mudarme a la mía.
