Capítulo 1

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Narra Heung-min

Me incorpore en mi colchón, y apoye mi cabeza contra la pared de detrás mío, dejando escapar todo el aire de mis pulmones, exhausto. Hacia días que no podía dormir bien. Mis pesadillas cada vez eran más recientes, y siempre era la misma. Mi padre. Mi padre atormentando cada noche y dándose cuenta del fracaso que era verdaderamente.

Las cosas no estaban saliendo bien a mi edad de veintiocho añosz ya que siempre fui un fracaso en la vida.

Seguí viviendo en la casa de mi padre hasta que me vine para acá, cuando decidí alejarme de la vida que no quería tener. Jamás pude cumplir sus expectativas. Mantuve el sentimiento de que lo había defraudado, ahora lo tenía más que claro.

Jamás logre ser alguien.

Jamás logré ser lo que él quería que fuera.

Tampoco logré lo que yo quería ser.

Aunque nunca tuve en claro lo que quería ser.

Las siete de la mañana indicaba mi reloj en la pared. Era lo único que decoraba aquella blanca pared. Mi apartamento demostraba la soledad que yo mismo tenía. Demostraba el fracaso que yo mismo era.

Era la definición de tristeza...

Y todos los días era lo mismo.

Se repita la misma rutina. Me levantaba de mis cama, después de no haber podido dormir nada más que dos horas, tomaba una ducha, desayunaba tan solo un vaso de agua y me dirigía hacia mi trabajo.

Donde ahí, tan solo ahí, podía encontrar algo de felicidad.

Porque ahí no había tristezas, no había decepciones, no había melancolía, ni arrepentimientos, ni temores más grandes de que si hay algún monstruo debajo de la cama.

Solo había inocencia y felicidad.

Trabajaba en un jardincito. Los niños a los que cuidaba y enseñaba solían sacarme la mayoría de la sonrisas que tenía en una semana. Las únicas sonrisas mejor dicho.

¿Qué otras sonrisas tendría con una vida como la mía?

¿Qué otra felicidad podría producirme?

Alejé aquellas preguntas de mi mente moviendo mi cabeza para los costados. No era momento de pensar en eso, nunca era el momento para hacerlo. Ahora tenía que irme a trabajar, donde disfrutaría cada segundo el estar ahí.

Porque era a lo unico que hoy en día podía aferrarme.

■■

Cuando llegue al jardín mis compañeras de trabajo me recibieron con agradables sonrisas deseandome buenos días a lo que yo hice lo mismo. Una de ella me ofreció un café para desayunar mientras me estaba colocando el delantal. Yo lo acepte con gusto comenzado a preparar mis cosas para el día de hoy.

Era salita de cinco donde ejercía yo cargo. No era gran problema lo que iría a dar. El jardín se reducía a canciones ridículas, películas infantiles y siestas hasta que sea la hora de irse.

El paraíso, si me permiten decirlo.

Termine de tomar mi café en el momento que los chiquitos empezaron a entrar por la puerta del aula siendo acompañados por una directiva del lugar, que cuando me vio, me regalo otra de las típicas agradable sonrisas como saludo.

Felicidad... 《CutixSon》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora