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Todo empezó cuando una pequeña y diminuta gota de ese líquido brillante en la cola de N le había caído entre la zona del hombro y el cuello.
Había estado intentando repararlo después de una "pequeña" (nótese el sarcasmo) caída causada principalmente debido a que la lluvia ácida los había tomado por sorpresa a ambos en pleno vuelo, el idiota — según opinión de Uzi — había preferido protegerla con sus alas en lugar de a sí mismo, luego se precipitaron contra el suelo, y si bien en un primer momento había estado aliviada de no tener ningún rasguño en su delgado cuerpo, esa alegría se esfumó en cuanto vio el estado de su compañero, le habría dado una bofetada si es que su visor no hubiese estado dañado en ese mismo momento. Odiaba admitirlo, pero en muchas ocasiones deseaba que N dejara de arriesgarse demasiado solo por ella, se suponía que su companía era casi la única ventaja a su favor contra el resto de los drones asesinos, ni siquiera su arma era tan rápida para acabar con dos de ellos a la vez.
Y pues, bueno, se suponía que esa también era la única razón por la que había aceptado al chico en su vida en primer lugar ¿verdad?
— ¡Uzi! — gritó N en cuanto se dio cuenta del pequeño agujero que instaba a su compañera a hacer una ligera mueca de dolor, una que intentó reprimir y no pudo, nunca habría podido, aún si le molestaba que el dron asesino la viese con preocupación en los ojos.
Instintivamente Uzi llevó su mano robótica hacia la herida, tratando de cubrirla, mientras desviaba la mirada, había tratado de no hacerse ningún daño mientras se encontraba fuera de la "seguridad" de las puertas que separaban su colonia del mundo exterior, principalmente porque detestaba la idea de tener que explicarle a su padre qué había sucedido para que regresara malherida, sin tener idea si los pequeños rasguños le bastarían a él para inventar una excusa para impedir que volviese a salir.
Aunque si era sincera consigo misma, temía más por otra cosa.
Tuvo un ligero espasmo cuando sintió que N le tomaba la mano, aquel movimiento fue suficiente para que regresara a la realidad después de el mar de pensamientos que la habían inundado con anterioridad. Fue cuando se dio cuenta de la peligrosa cercanía que existía entre ambos.
Es como si quisiera besarme
NO, no, no, no, debía de dejar de pensar en eso, odiaba pensarlo, sobre todo cuando ese tipo de cavilaciones la habían agarrado por sorpresa mientras trataba de reparar la nave, concentrarse en esos momentos se habían vuelto una tarea casi imposible, y no con menos razón, cuando cierto dron de desmontaje aparece en tu mente al mismo tiempo en el que tratas de hallar la razón de porque el localizador al que claramente le faltan algunas piezas no funciona; es...complicado.
Tragó saliva.
— Está bien, hazlo — Dijo ella en cuanto advirtió la mirada suplicante del peliblanco, quién se había removido, ansioso, en su sitio, a la espera de que la dron obrera le diera permiso para curarla...de la manera tan peculiar con la que los drones asesinos suelen hacerlo.
