¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝟎𝟎𝟐. las campanas ─────────────
Leah
No podía dormir, estar en esta situación me comía por dentro. ¿Tener a Rafe tan cerca? Creo que eso me aterraba más que nada.
Estaba sentada en la cama de matrimonio mientras inconscientemente me llevaba una de mis uñas a la boca, al girar mi vista a la derecha, Rafe estaba dormido en el suelo con su cabeza apoyada sobre un cojín.
Debatí lo peligroso que sería hacerle caso al señor Singh, y contarle realmente que habíamos encontrado el diario. Sin pensarlo mucho más, me levanté, dando un par de golpes a la ventana.
—¡Eh!— llamé en voz baja. —Debo hablar con el señor Singh, ve a buscarle— incidí.
—¿Qué haces...?— escuche la voz adormilada de Rafe mientras se levantaba hacia donde yo estaba. —¿Qué coño haces?— iba a tocarme pero me aparté.
—No te debo ninguna explicación— dije, seria.
—¡Párate a pensar! Leah, ¿qué haces?— volvió a preguntarme cuando me dirigí a la puerta y la aporreé.
—¡No me hables Rafe!— inquirí.
—Estás mintiendo sobre lo del diario— susurró mientras se acercaba a mí, sin tocarme, justo como le había pedido. —Sabes dónde está.
—No— negué. —Ya te gustaría.
—Mira Leah, yo tampoco me lo diría a mí mismo, pero lo va a colar que no sabemos nada, ¿vale? Singh mató a ese...— intentó volver a acercarse más hasta que le grité. —Mira a tu alrededor, Leah. Soy tu único amigo aquí.
La puerta se abrió mostrándonos a aquel chico que nos encerró y quien había estado custodiándonos todo este tiempo.
—Tengo que hablar con el señor Singh, es importante— decreté una vez me miró. Me dio una pequeña mirada, indicando que podía irme.
—Ahí está— me indicó el guardia al llegar.
—Sé sobre el diario— dije sin más preámbulos. —No tengo el original pero puedo conseguirle una copia, para eso, tengo que ir a buscarlo, yo sola— pronuncié con énfasis la última palabra.
—¿Cómo se que vas a volver?— inquirió con una sonrisa sarcástica.
—Solo quiero conseguirle lo que quiere, y, entonces, marcharme— acerté a decir.
