Samantha.
Mi vida era maravillosa, a pesar de que no tenía a mi madre conmigo desde que era muy pequeña y sabía que por eso era bastante privilegiada en la vida de mi progenitor, ya que era la princesa de la casa, a la que le cumplía cada uno de sus caprichos.
Tenía compañeros de estudio estupendos en el cole, los cuales irían conmigo a la misma universidad y tenía a mis amigas de la alta sociedad, siempre me visitaban para hacerme compañía, cuidaban de que no me sintiera tan sola en un lugar tan lujoso.
Lo único que lamentaba de mi vida de privilegios era la poca libertad que me daban, mi padre era demasiado sobreprotector desde que era una bebita y a la vez era un alcahuete, siempre hacía hasta lo imposible para complacer mis gustos o mis deseos, quizás quería cubrir la falta de mi madre, ese vacío que siente una persona que no tiene a un ser querido.
Aunque no tenía lo que más deseaba desde el día que lo conocí, era la única cosa que mi padre no podía darme.
—¿Otra vez soñando con ese joven? —Mi padre me dio un susto de muerte, luego de que entrara a mi habitación sin avisar y me preguntara sobre mis distracciones.
—Ya sabes la respuesta—solté un suspiro lleno de resignación.
Tenía una relación de mucha confianza con mi progenitor y por eso le contaba sobre mis emociones más profundas, cómo me sentía cuando estaba alegre o triste, sobre los sentimientos que tenía hacia ese hombre que me tenía alucinando a cada momento.
—No quiero que sufras por algo que no tendrá un futuro y creo que lo tienes bien claro—se sentó a mi lado para darme consuelo.
La tristeza me embargó después de lo que dijo, aun recordaba el día que lo conocí en una fiesta de gala que ofreció la empresa de padre y aparte de él, fueron invitados muchos millonarios de la ciudad, gente realmente importante para las inversiones de los negocios de mi familia.
Realmente ese día me esmere, lucía radiante con mi vestido de gala largo, se veía precioso y era de un diseñador muy destacado, tenía algunos diamantes incrustados en su fina tela, acompañado de tacones muy altos.
Estaba aprendiendo cosas importantes del negocio que me sería heredado algún día o eso trataba de hacer, por esa razón caminaba de aquí para allá hablando con los invitados, además de tomar algunos tragos como brindis por lo armonioso de la fiesta, aunque tomar tanto líquido solo me dieron ganas de visitar los baños del salón de evento.
Camine con tanta prisa por llegar, que no me percate de un pequeño muro que estaba delante de mí y me fui de bruces contra el suelo, entonces un príncipe encantador me atrapó en ese instante, era el hombre más espectacular que jamás había visto en mi vida.
Alto, elegante y sexy, de ojos color miel que te atrapaban con solo una mirada intensa que te diera, de rostro cincelado y hermoso, igual que su deseable cuerpo musculoso, el hombre tenía que ser la envidia del lugar sin duda alguna.
Me quedé pasmada ante tanta belleza varonil que destilaba sensualidad y peor me puse cuando me regaló una sonrisa perfecta de dientes hermosos. ¡Oh, Dios mío! Me estaba quemando por dentro, sobre todo cuando dejo salir esa voz grave y gruesa que me dejó sobre la lona, esas cualidades lo hacían ver más deslumbrante.
—¿Está bien, señorita? —Me preguntó con evidente preocupación.
"Estaría mejor entre tus brazos, hermoso" dictó mi morbosa conciencia. Mis pensamientos calientes no me ayudaban en lo absoluto, era inexperta en muchas cosas de la pasión, pero aun así, mi cuerpo reaccionaba a su cercanía, a la sensación natural que provocaba mi naturaleza.
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Comprado Amor
RomanceEra el día más feliz en la vida de Ethan Rymer, se encontraba celebrando su matrimonio con la mujer que había amado por tanto tiempo y consideraba que era la única digna de estar a su lado. Lo que nunca pudo imaginar, es que una traición iba a venir...