Giros de la vida.

Prólogo

El tiempo suele ser amigo y enemigo. La vida es un cúmulo de momentos buenos y malos que cada quien cataloga dependiendo a su experiencia.
Süleyman, el gran monarca, el hombre de gran poder que siempre amó a una sola mujer; su amor llegaría lejos y seria legendario en libros e historias contadas por sus sucesores.
Si no fuera porque aquel hombre que tanto juraba amar a la mujer que tenía a su lado, un día se levantó sintiendo que no la amaba más.
Las constantes peleas del harén, los celos excesivos, la rutina, lo habían cansado. Pero también por su parte, al sentirla segura, saber que ella le perdonaba todo y que siempre estaba para él, lo cansó.
Ahora lo único que quería era deshacerse de la mujer que más lo amaba en el harén porque no había nada más asfixiante para él que eso. Quería probar más flores de su jardín sin tener problemas con lo que consideraba ahora una plaga.
¿Cuál era el problema? Que al ser madre de sus príncipes no podía echarla solo porque sí, y debía hacerlo de una manera en la que se viera que ella cometió un grave error, no él.
Que mejor aliada para ello que la mujer que la odiaba a muerte, esa mujer que ya lo había perdido todo por su culpa y que estaría dispuesta a todo con tal de que Hürrem se fuera. Esa mujer que soportaría que otras mujeres entraran a los aposentos del sultán sin chistar mientras no fuera Hürrem.
Una propuesta desencadenará grandes problemas.
Una propuesta cambiará la vida de las mujeres del sultán.
Una propuesta romperá en mil pedazos un corazón inocente.
Una propuesta destruirá más de una vida en menos de un minuto.
Todo por la orden de un hombre con pocos escrúpulos y crueldad absoluta, que no piensa en lo que podría llegar a destruir en un futuro. Que nunca llegaría a pensar en pedir disculpas por el sufrimiento causado a las mujeres que alguna vez lo amaron.
Un hombre que viviría un problema aún más grande con la decisión que tomó y que tendrá que enfrentar la furia de un corazón destrozado.