XXV: Empática empedernida

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Inscribir a Luna en una guardería no fue una tarea muy fácil para Irina y Pietro aunque así pareciera, ambos estaban muy apegados a la pequeña y aunque Pietro no lo quería admitir su corazón se arrugó un poco cuando fue el primer día de clase de la pequeña y ésta sonriente se despedía de ambos con un gesto de su mano, Irina por su parte resistió las ganas de llorar, pero eso no fue lo que su cuerpo quiso porque involuntariamente unas pequeñas lagrimas salieron de sus ojos, era una nueva etapa en la que entraban y eso también significaba cambios.

Con el tiempo se fueron acostumbrando, y Luna siempre volvía a casa feliz y contenta con un nuevo dibujo y con miles de cosas para contarles a sus padres.

—¿Cómo te fue hoy mi amor? —Preguntó Pietro manejando de vuelta a casa luego de haberla recogido en su guardería.

—¡Super! —Dijo Luna en la parte trasera inquieta mientras jugaba con el collar de coloridas perlas que tenía en su cuello. —Tengo regalos.

—¿Ah si? Ya quiero verlos —Dijo Pietro con una amplia sonrisa mirándola por el retrovisor. —Hija ¿Por qué estás tan sucia? Creo que a mamá no le gustará mucho.

—Jugamos mucho —Habló sin darle mucha importancia la pequeña. —¿Dónde está mamá?

—Mamá está en casa preparando un delicioso postre para cuando lleguemos a casa —Dijo Pietro mientras con una mano encendía la radio en su emisora favorita.

Lost Souls (Pietro Maximoff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora