Leid; III

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Querida Leid:

Desde entonces, empezaste a mirarme continuamente, lo cual me agradaba a la vez que lo odiaba.

Me agradaba, porque sentía que alguien estaba interesado en mí.

Lo odiaba, porque hacía que fuera más difícil mirarte sin que te dieras cuenta.

-Abigäil.

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