Enamorarse de tu mejor amigo podía ser una de las mejores cosas que te podrían pasar, o una de las peores desgracias
¿Cuál sería el caso de Norman y Coraline?
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
No podía estar más feliz de que llegara el fin de semana. A penas llego de la escuela se encerró en su habitación, apago las notificaciones de su celular y se puso los audífonos a todo volumen
A ver si así por fin los pensamientos en su cerebro se ahogaban en las melodías para dejar de darle vueltas a este molesto asunto
Y su molesto asunto tenía nombre y un color característico: Norman Babcock y sus ojos azules
––Maldito chico zombie––murmuró frustrada en su almohada, harta de que ese tono celeste fuera lo único rondando su mente en ese momento, cuando lo único que quería era dormir y no despertar
Y es que, ¡¿Por qué?! ¡¿De todas las personas, tenia que sentir algo raro por su mejor amigo?!
Era inaudito, y una completa estupidez con la que no estaba dispuesta a lidiar. Norman era una de las pocas personas que había visto su lado más vulnerable, la persona que escuchaba sus desvaríos nocturnos hasta que ya no se le ocurría nada más, el chico sereno que la mantenía anclada a tierra y evitaba que cometiera estupideces
Todos esos buenos momentos que apreciaba no podían irse al caño por algo tan repentino como un crush. No podía perder a su mejor amigo por algo tan estúpido como eso
¡Simplemente no!
Ella era imprudente e impulsiva, lo reconocía perfectamente, y por eso sabía de antemano que debía mantener la compostura ante esa marea que la golpeaba al verlo
Pero eso se estaba volviendo más complicado con el paso de los días
Las sonrisas burlonas y confiadas que solía dedicarle se habían vuelto tremulas y nerviosas, la tranquilidad que sentía a su lado se había convertido en un cosquilleo nervioso en todo su cuerpo, como la de un ladrón que va a ser atrapado en el acto, la seguridad que la llenaba al abrazarlo...bueno, eso no había cambiado del todo, pero ahora el calor se aglomeraba en sus mejillas cada vez que tenían un acercamiento
Toda esta situación era un desastre, ella era un desastre. Y todo era culpa de Norman Babcock y sus ojos celestes
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
