7. Buenos terminos

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•Freen•

-No te entiendo… y te juro que lo intento, toda mi vida lo he intentado. Me desvelé mil y una noches pensando en que debía hacer para que te sintieras orgulloso de mí, siempre despertaba cansada al día siguiente, pero no existían párpados pesados y dolores de cabeza que me apagaran. Me obligué a encontrar tu felicidad porque sentía que era quien la había arrebatado, y sin darme lo había perdido todo en el camino, mis amigos, mi familia, la mía… a mí misma.

-Te estás pasando de la raya Sarocha, no quiero verte, sal de mi oficina. Ahora.- Gesticuló sin mostrar una pizca de remordimiento en su expresión. Me quedé estática mientras una respuesta pedía a gritos ser liberada, pero mi boca no respondía como en aquellos escenarios que tanto había idealizado. Cerré mis ojos con fuerza para evitar que las lágrimas salieran, y como de costumbre, obedecí sin siquiera dirigirle la palabra.

Salí con prisa y una sensación dolorosa en la garganta, en un segundo respirar se había convirtiendo en una tarea dificultosa y mi percepción se sentía borrosa. Arrastré mis pies hasta la puerta principal del edificio, evitando hacer contacto visual con cualquiera que tenga la intención de acercarse, y secando disimuladamente las lágrimas que caían por mi mejilla para no llamar la atención.

-Freen, ¿estás bien?- Una voz masculina se escuchó a mis espaldas, no podía distinguir a quien pertenecía, así que simplemente la ignoré para evitar un posible sermón -No te vayas, intento ayudar- Pronunció mientras sujetaba mi hombro para detenerme el paso.
Volteé cabizbaja y con solo ver el dobladillo cuadriculado del pantalón supe de quién se trataba.

-Heng, no tengo ganas de hablar ahora, suéltame por favor- El chico resistió de mis palabras y afirmó su agarre.

-No, guardase las cosas solo genera más dolor. Yo… prometo no juzgarte, solo quiero escuchar lo que no pudiste decir- Su agarre se convirtió en caricias de consuelo y una sonrisa de lado acompañaba el gesto. Eran buenas sus intenciones, pero de nada servían sus palabras, yo solo quería ser escuchada por “él”.

-Quiero estar sola, por favor- Supliqué con mis ojos cristalinos posados en los suyos, una mirada resultó ser más que suficiente para deshacerme de su agarre.

•Becky•

-Aquí está su pedido señorita, que lo disfrute- Dije llamando la atención de mi disociada cliente -Le está quedando muy bonito- Susurré sobre sus hombros, ojeando otro de los peculiares dibujos. Apenas podía ver un tramo de la hoja, pero no había que ser un genio para notar que destacaba del resto, su trazo era marcado y descuidado, no se sentía como un par de líneas vacías, lograba transmitir, y no sensaciones agradables.

-Gracias… ¿Me podrías decir donde queda el baño?- asentí pasando por alto el tono apagado de su voz. Hice un ademán con mis manos mostrando el camino y le regalé una sonrisa antes de retirarme. Me alejé algo intranquila por el estado de la chica, pero no había nada que pudiera hacer al respecto. “La vida privada de los clientes no es de tu incumbencia”, fue lo primero que me dijeron al aceptar el empleo.

...

-Rebeca, ve a tomar un poco de aire, estás pálida- Dijo Non sujetando la bandeja que tenía entre mis manos. Hoy había sido un día particularmente agotador y mi cara lo demostraba -Yo me encargo de los que faltan- Exclamó acompañando un intento de guiño, mientras se tambaleaba vacilonamente con unos cuantos pedidos a cada lado de su torso.

Lo mucho que se le dificultaba mantener el equilibrio era cómico de ver, luchaba para bajar los platos a la mesa y suspiraba aliviado cada que lo lograba.

Luego de unas cuantas risas me dirigí al baño y lavé mi rostro, debía estabilizarme lo antes posible para evitar una posible tragedia del otro lado de la sala. Me miré al espejo y bufé al notar mis ojeras marcadas y mis labios resecos, otro suspiro retumbó en la habitación, y estaba cansada, pero no loca, esa no había sido yo.

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⏰ Última actualización: Mar 15, 2023 ⏰

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MESA PARA DOS || FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora