6. La propuesta

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•Freen•

En eso días con una inexplicable aura oscura suelo resguardarme en mi lugar seguro, ese que por arte de magia convierte mi propia compañía en una fuente de energía, y donde ser yo misma es tan esencial como el aire que respiro. Sigo sin poder descifrar en que momento se convirtió en una necesidad pasar mi tiempo libre sentada en aquella mesa, solo con una cajetilla oxidada de acuarelas y miles de sentimientos oprimidos que buscan ser plasmados en pinceladas profundas, que trazan esa libertad que tanto deseo.

Al despertar lo primero que se vino a mi cabeza fue el recuerdo de mi madre, desde que ella desapareció me siento desprotegida y un poco más sola que de costumbre. Luego de mi confesión, nuestra relación comenzó a desvanecerse, aquellas llamadas y encuentros dejaron de formar parte de mis preocupaciones, y pasó tan paulatinamente que no me hizo ruido en lo absoluto, hasta que noté como la soledad que causaba su ausencia me llevaba a pensar demasiado, algo no tan bueno cuando no tienes con quien compartir la inquietud que generan dichas reflexiones. Me sentía sola, y aunque ya no tenía nombre ni daba consejos ingenuos, la cafetería era lo que más se asemejaba al sosiego de su compañía.

Cuando necesitaba dejar de pensar acudia a dicho lugar, allí la había visto por última vez y era lo más cercano que tenia a la calma que me trasmitia su presencia. Pero hoy había sido diferente, inatantes antes de cruzar por aquella puerta me sentí extrañamente intranquila, algo inusual tienendo en cuenta la quietud y el silencio que transmite el lugar. Mucho tenía que ver la cantidad abrumadora de personas que me encontré al ingresar, nunca había presenciado algo parecido. Ya no se trataba de murmullos inaudibles con música clásica de fondo, sino de gritos escandalosos que hacían juicio al movimiento de los repletos rincones.

A pesar de mi repentino malestar, la campanilla sobre la puerta había sonado a la hora de siempre y estaba sentada en la mesa junto a la venta. Había cumplido con la rutina, y eso me daba la certeza de un resultado satisfactorio a pesar de las circunstancia, o bueno, eso creía. Desgraciadamente, cuando las cosas no están al cien por ciento bajo tu control, la rutina tampoco, y lo que comenzó como un simple mal presagio acabó en un accidente, producto de la insensatez de una desconocida y su bebida siendo derramada sobre mi mesa.

La chica se disculpó reiteradas veces, pero el bullicio me tenía alterada, me deje llevar por mis supersticiones y acabé pidiéndole que llame a alguien más. Reconocí mi error cuando note la frustración en su andar, aun así no se detuvo, y a los pocos minutos apareció mi mesero de confianza, Non. Creí que mi malestar cesaría ahora que todo estaba saliendo sobre la marcha, pero solo podía pensar en lo innecesaria que habían sido mis palabras. No encontré mejor manera de disculparme que mediante garabatos y una nota sobre la mancha que ella había creado, se lo entregué a Non minutos antes de marcharme, no quería incomodarla con mi presencia y un intermediario parecia la solución.

Al cabo de unas horas las campanas sonaron nuevamente, la incertidumbre de su respuesta me había carcomido la cabeza todo el camino regreso a casa, sabía que la solución era disculparme personalmente y eso era justo lo que estaba haciendo. El frío de la noche comenzaba a asomarse y las calles estaban completamente despejadas, las tiendas cerraban sus puertas, y no sabía con exactitud si la cafetería continuaba abierta o si la castaña seguía en horas laborales, nada era seguro, pero no perdía nada con intentarlo.

Gire la perilla y comprobé que seguía abierta al publico aunque se encontraba completamente vacía, en nada se parecía a la cafetería ruidosa de hace algunas horas. La luz amarillenta proveniente de la cocina era la única que daba indicios de vida en el lugar, no se oían ruidos y a penas se distinguía la silueta de las mesas. Me adentré un poco más, las campanillas no parecieron lo suficientemente escandalosas como para llamar la atención de los empleados, así que di dos toques a la puerta de la provenían dichos destellos.

-¡Creí que ya te habías ido!- Dijo el moreno confundido -Lo siento... no sabía que era usted señorita Sarocha, ¿qué hace aquí? Estas no son horas.

-Hola Non, ¿la chica de hoy está contigo? Necesito hablar con ella- El chico parecía no entender de que estaba hablando, saber su nombre sería de ayuda en este momento -Ya sabes... la nueva, con cara de extranjera- dije impaciente mientras señalaba mi cara.

-Ahh si, Rebecca. Ella salió hace un momento, ¿para qué la necesitas? Si tiene algo que ver con lo que ocurrió en la tarde, puedes decirme, yo le envío el recado- Una sonrisa amistosa se formó en su rostro.

-¡Non, olvide mis llaves otra vez!- Una voz chillona se escuchó en dirección a la puerta principal -¡¿Me las puedes alcanzar?!- Dijo con la cabeza gacha, señalando la mesa ratonera que se encontraba a mi lado. El chico levantó sus pulgares dispuesto a tomarlas, pero facilité su trabajo y lo hice yo misma.

-Toma- Dije acercándome con sus llaves. Ella no se había percatado de mi presencia hasta ese momento.

•Becky•

-Lo siento... creí que eras Non- La sombra distorsionada de mi amigo ahora tomaba un aspecto femenino. No logré distinguir sus facciones hasta que quedó a unos pocos metros de distancia.

-No te preocupes, hoy todo el mundo me ha confundido con alguien más- Dijo entre risas tímidas mientras me entregaba las llaves. No sabía a qué se refería, pero la imité para evitar que se forme un silencio incómodo.

-¿Y... qué haces aquí? Estamos cerrando- Comence a atar cabos y llegue a la conclusión de que tal vez estaba saliendo con mi compañero. Un posible amorío explicaria su pedido de hace algunas horas y el sospechoso encuentro a oscuras. Estaba llena de dudas, pero no queria incomodarla con mis preguntas -Sabes qué, no te preocupes, ya me voy.

-No Rebecca, espera- Dijo antes de que me diera la vuelta -Sé que suena raro, pero estoy aquí por ti- la miré incrédula, a penas sabía mi nombre, ¿qué quería de mí?

-Si es raro, pero adelante... habla- Tras mi respuesta relajó la tensión en sus hombros y tomó una bocanada de aire, yo solo me dispuse a escuchar con atención la posible mentira de la morena.

-Hoy fui muy grosera contigo y sé que te envié mis disculpas con Non, pero sentí que merecías escucharlas personalmente- Un silencio llegaba al finalizar cada oración, parecía estar buscando las palabras adecuadas, pero su notable nerviosismo no ayudaba. Mi cabeza permanecia inclinada y mis ojos ligeramente cerrados mientras pretendía demostrar interés, cuando en realidad, solo estaba intentando descifrar si se trataba de una excusa o en verdad estaba aqui con ese fin.

-No te hubieras molestado, con la nota era más que suficiente- Sonreí conmovida al recordar su detalle, esto hizo que soltara un suspiro de alivio. Quizás si le importaba obtener una respuesta -Creo que tú también mereces una disculpa, fui poco profesional al reaccionar así, yo en tu lugar habría montado un escándalo con el encargado.

-Lo tendré en cuenta para la próxima- Mis ojos se abrieron como platos y negué con cabeza rápidamente, no debí darle ideas. Comenzó a reír nuevamente, pero esta vez sonaba diferente, más genuino -Es broma, espero que no haya una próxima.

-Créeme, yo tampoco- Respondí franca aunque la sonrisa en mi rostro delataba un tiente humorístico en mis palabras -Espera... ¿Lo dices para consolarme o porque no quieres que te atienda?- Mi expresión cambio por completo al percatarme el doble sentido en su respuesta.

-Creo que es obvio, pero para confirmarlo quiero hacerte una propuesta. Tú necesitas mejorar como camarera, sin ofender, y yo quiero compensar mis malos tratos, así que te propongo que de ahora en adelante tomes el lugar de Non y seas la encargada de llevar mis pedidos- La propuesta sonaba tentadora y no tenía nada que perder.

-Acepto- extendiendí mi mano para formalizar el trato -Pero con una condición- Hice un pausa para generar más suspenso, esto no pareció agradarle en lo absoluto así que a los pocos segundos decidí romper con el silencio -nunca hablarás con el encargado.

-Eres demasiado pretenciosa- Una sonrisa desafiante se dibujo en su rotro, y al instante nuestras manos se estrecharon.

MESA PARA DOS || FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora