El nuevo título de Rosella, ahora Nilüfer Hanım, trajo consigo un vendaval de susurros y miradas envenenadas. El harén, como un pozo de serpientes, hervía de rumores. Todas sabían ya que aquella muchacha de cabellos dorados era hermana de la temida Haseki Hürrem. En los aposentos de Mahidevran, el miedo crecía como una enfermedad silenciosa. La sultana se encomendaba cada día a Allah, rogando por su vida, por la de Mustafa… por no ser destruida. Gülşah no dormía, montaba guardia con ojos de lobo y alma temblorosa. Sabían que la pelirroja no olvida, ni perdona.Mientras tanto, Hürrem tenía en brazos a su pequeño Bayaceto, de un año y medio, mientras esperaba… la visita que lo cambiaría todo.
—Hürrem, ella ya llegó. —anunció Nilüfer con una sonrisa tranquila. La Haseki, por el contrario, sonrió con un resplandor peligroso, como un sol antes del incendio.
—Si todo sale bien, Mahidevran pagará por lo que hizo… por todo lo que me hizo, hermana mía. —Nilüfer rió suavemente y dio paso a una figura silenciosa.
—Haseki Hürrem, la sultana Yenisäh le envía sus saludos, —dijo Eren Hatun, esbozando una reverencia.
—¿Recuerdas mis órdenes? —preguntó Hürrem con frialdad, sin perder tiempo en formalidades.
—Claro que sí. Aunque ha pasado tiempo… —respondió con tono ligero.
—¡Deja ese tono burlón conmigo, hatun! No estamos jugando. Es imperativo que no haya errores.
—Así será, Haseki Sultán. —La joven se inclinó con respeto y se marchó con paso ágil.
Hürrem se levantó enseguida. No podía estar allí cuando la verdad estallara. Sostenía a Bayaceto con fuerza mientras caminaba con paso urgente, y Nilüfer cargaba a la pequeña Ipek Beyhan, que jugaba con sus dedos enredándolos en los cabellos de su tía.
—¡Hey, espera! —pidió Nilüfer desde atrás.
—¿Qué? ¡Debo llegar antes que ella! —resopló, impaciente.
—Lo sé… Pero dime, ¿estás segura? ¿Hicimos bien?
—¡La sultana Mahidevran pagará! Por atacarme, por humillarme, por querer poner a su bastardo en el trono… ¡sabiendo que no es hijo del sultán, sino de Ibrahim! —susurró Hürrem entre dientes. Nilüfer agachó la mirada con pesar.
—¿Y Mustafa?
—Lo cuidaré… como si fuera mío. Si esto sale a la luz, yo lo protegeré. —La voz de Hürrem era dura pero serena.
Ambas siguieron su camino sin notar que, en la penumbra de un recoveco del pasillo, una mujer se llevó la mano a la garganta. Lo que acababa de oír haría temblar los cimientos del imperio.
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E
ren Hatun avanzaba por los pasillos como una sombra elegante. Su capa ocultaba gran parte de su rostro, salvo una nariz delicada y respingona. Era una belleza olvidada por culpa de Mahidevran, quien había truncado su destino de Gözde y la había marcado… en el rostro y en el alma.
—Vengo a ver a la madre del sultán, —anunció al guardia con voz firme.
—¿Por qué asuntos?
—Soy criada de la sultana Yenisäh. Asuntos de sultanas. —dijo con una sonrisa apacible. El agha, sin sospechar nada, asintió y le franqueó el paso.
—Adelante, hatun.
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Mientras tanto, en los aposentos de la sultana Sharazad, ella y Murhan Agha tejían una telaraña de planes.

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Serpiente Rusa |En Edición|
Fiksi PenggemarTras ser despojada de su libertad y obligada a presenciar el brutal asesinato de su familia, Alexandra es vendida como mercancía humana en el mercado de esclavos. Su destino cambia cuando es adquirida como un exótico regalo para el sultán del Imperi...