Un lindo chico rubio, quién con curiosidad miraba todas las noches esa tienda con letrero llamativo.
"Magic Shop" el local que lo mataba de dudas sobre que había dentro, la cual miraba durante un par de horas hasta que ése chico aparecía.
Kang Tae...
Se dice que las hadas son seres extravagantes, tramposos y hermosos. Pueden manipular la magia y son populares entre las criaturas mágicas por su vida eterna.
BeomGyu ama su hogar, siempre fue de sus lugares favoritos. Amaba visitar cada día la fuente que había cerca de su casa, amaba mirar el cielo por horas sin cansarse.
Pero un día conoció al amor de su vida.
Y me refiero al amor real de su vida, de una vida eterna.
Una vida que durará toda la eternidad, pero con amor.
Con un amor humano.
Con alguien que muere, y renace.
BeomGyu estuvo días pensando en qué era ese sentimiento que tenía cuando miraba a aquél humano; era similar al sentimiento que tenía cuando miraba la luna y le contaba lo mucho que le gustaría poder ir a donde ella estaba.
Cálido.
Y después de unos meses, BeomGyu lo supo.
Estaba enamorado.
Estaba enamorado de un humano, alguien que no era de su especie. Sabía bien que jamás se permitiría algo así, que estaba mal. Pero el amor que tenía por ese chico sobrepasaba los límites.
Y los sobrepasó cuando ambos huyeron de sus lugares de origen. Ellos estarían juntos y no permitirían que humanos y hadas los separasen.
Ellos eran almas gemelas aún sin tener que ser de un mismo lugar.
Trágico amor fue cuando ambos descubrieron que por más tiempo que pasara era solo un humano, un humano que envejecía y moría.
Un "prometo buscarte en tu otra vida" fueron de las últimas palabras que BeomGyu dijo antes de ver la primera muerte del amor de su vida.
Primera de miles.
Pero BeomGyu aguantaba, porque él cumpliría su promesa.
Y la seguía cumpliendo, después de un par de siglos. Él estaba mirando al chico de cabello rosa, con una sonrisa mientras explicaba el producto que había agarrado la señora que entró a la tienda.
Él cumplió su promesa de nuevo, y encontró el físico con el alma de su amor.
De su enamorado.
Ahora era otra persona, pero era la misma alma.
Lo supo en cuanto lo vio, lo supo en cuanto vio esos bonitos colmillos resplandecientes al formar una sonrisa. Supo que era el mismo chico del que se había enamorado cuando se quedaron embobados mirándose mutuamente.
Para siempre era mucho tiempo, pero para BeomGyu sonaba poco cuando se trataba de estar con, ahora, Kang TaeHyun.
Ansiaba ocupar el mismo lugar de siempre, ansiaba poder contarle todo. Poder contarle que el lugar donde lo llevó hace un mes era el mismo lugar donde lo conoció hace años, que era el mismo lugar donde había probado sus labios y habían hecho votos de amor eternos.
Salió de sus pensamientos cuando observó al pelirosa sentarse en la silla. Soltó una sonrisa y en realidad se sintió pleno por estar frente a él y con él.
— Hoy cumplimos tres meses de conocernos, ¿puedes creerlo? Kai me lo dijo, tiene un recordatorio de cuando encontró la tienda.
— Wah, Tae, ¿en serio? Que rápido pasa el tiempo, parece que fue ayer la primera vez que te miré.
Hice una sonrisa, recargando su cabeza en su mano que estaba en la mesa.
— ¿Verdad, hyung? Pronto tendré que irme del trabajo y hundirme en tareas porque vienen las evaluaciones.
— Ow, y yo quería llevarte pronto a la tienda, tal vez es tiempo de que veas qué hay dentro.
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Sorpresa, tal vez alguien revivió de entre los muertos.
