Amistad

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CAPITULO 2


Tres años después.


Me encontraba detrás en una caseta de madera escondida detrás de un juguete de cocinas. Esperaba que Chase no me encontrara, al menos es lo uno quiere cuando juegas al escondite.


Hace tres años que vengo cada día de lunes a viernes a jugar con él. Es mi único amigo, los demás en la escuela siguen diciendo que soy un cerebrito. En el colegio Chase va a un curso más adelantado que el mio pero siempre en el patio me dice que le acompañe con sus amigos, pero sus amigos son muy malos conmigo por eso siempre le digo que no y al final siempre viene conmigo para que no este sola.


Algunas tardes entre semana papa no me deja ir a casa de los Jones con él, porque dice que tengo que estudiar, pero muchos días le convenzo diciendo que los are con Chase, pero al final nunca los hacemos y después cuando llego a casa los hago. Hoy es uno de estos días.


- Pum - grito, no esperaba que me encontrara tan pronto - te he encontrado, princesa.


- Me has asustado - digo colocando mi mano derecha encima de mi corazón - ¿por qué me llamas princesa?


- Porque vas vestida como una y lo eres, al menos eres mi princesa - no puedo evitar sonrojarme, estamos disfrazados, yo llevo el vestido de cenicienta, mi princesa favorita, algún día quiero que un príncipe me rescate y ese sera Chase, siempre me ha salvado y siempre me salvara. Él esta disfrazado de motero, porque dice que cuando sea mayor sera como su papa, un gran hombre como su padre, que conduce sin limites una Harley Davidson acompañado de su mujer, espero ser yo.


- Chicos - escuchamos la voz conocida de Mariele - la merienda esta lista.


Salimos corriendo hacia una mesa de picnic que se encuentra en medio del jardín con nuestra merienda. Me encanta merendar en casa de los Jones, tienen una cocinera profesional que les hace la comida.


Estamos comiendo unos bocadillos de jamón serrano con queso, esta muy rico, pero hoy he comido muchos macarrones que ha preparado papa en casa y no tengo hambre. Veo a Chase que mira su bocadillo con poco interés parece que él tampoco tiene mucha hambre.


Rompo un trozo de pan y se lo tiro a la cara. Él levanta la vista y me mira, comienzo a reír, se le ha quedado unas semillas de tomate en la cara. Segundos después veo que coge un trozo de jamón de su bocadillo y me lo tira. Ha comenzado una guerra de comida.


Estamos tumbados en la hierva riendo de nuestra invasión de comida. Tengo restos de queso por la cabeza y Chase tomate por toda su chaqueta de motero. Nuestros disfraces están muy sucios.


- Chase - digo cuando controlo un poco la risa.


- ¿Que pasa princesa?


- Eres un cerdo - intento aguantarme la risa - mira como vas.


- oing oing - levanta la parte inferior de su nariz con el dedo índice imitando a un cerdo - si seré un cerdo pero tu eres una cerda. Somos unos cerdos los dos - volvemos con nuestro ataque de risa los dos.


Mariele viene a recoger los platos de la merienda cuando nos ve en el suelo tumbados, todos sucios de comida.


- ¿Se puede saber que hacéis? - pregunta poco sorprendida, ya que estas guerras suelen ser frecuentes, si no son de comida, son de barro, sino de gusanos, todo lo que le venga a la imaginación a dos niños de 10 y 11 años - vuestros padres se van a enfadar mucho.


Chase y yo nos miramos. Con una simple mirada una ya sabe que esta pensando el otro. A veces da escalofríos, pero es muy divertido. Nos levantamos del suelo y comenzamos a correr hacia Mariele, la abrazamos fuerte cada uno de una parte, ella comienza a gritar y los gritos nos producen más risa.


Después de 10 minutos abrazando a Mariele y ella gritando piedad, la soltamos. Chase y yo volvemos a caer al suelo con un ataque de risa.


Al poco rato Mariele viene con una muda de cambio para ambos, ya que desde que vengo aquí casi cada día me tengo que cambiar, entonces mi papa pensó que lo mejor sería siempre traer una muda de recambio, bien pensado papa.


- Señorito y señorita suciedad, iros inmediatamente a las duchas - ambos nos quejamos, esto significa que estoy a punto de irme.


Chase y yo entramos en casa con nuestras ropas que nos ha dado Mariele, vamos con la cabeza baja, nuestro día de diversión a terminado. Al final de cada tarde siempre nos podemos muy tristes. Yo no quiero que el día termine.


Estoy en la ducha quitándome los restos de comida de mi cuerpo, cuando escucho la puerta abrirse, es Chase, viene como su madre le trajo al mundo, pero tenemos demasiada confianza, simplemente somos dos críos.


Veo las intenciones de este y le salpico un poco de agua.


- Deja, la ropa Jones - le amenazo con mojarle entero.


- No me das ningún miedo Martinez.


Coge mi ropa a pesar de mis amenazas, antes de darse cuenta ya lo tengo todo empapado, nadie me desafía ante mis amenazas.


Este suelta la ropa en su sitio y me mira con maldad. Me tapo con la cortina de la ducha porque cuando tiene esa cara nada bueno se puede esperar de él.


Se acerca poco a poco hacia donde me encuentro, y yo retrocedo con la cortina como escudo a su ataque.


No se, como ni cuando cogió el champú de la ducha, pero comenzó a tirarme champú por todo el cabello. Como defensa mía comencé a atacarle con la ducha para que parara. Minutos después la cortina estaba por el suelo, los dos desnudos cubiertos de champú y riendo como siempre.


Espero ser amigo de este chico TODA la vida, él es mi mejor amigo.

Una vez controlada la risa, nos terminamos de duchar los dos juntos, mientras yo me aclaraba el se limpiaba el cuerpo y viceversa. En un momento estuvimos secos, limpios, y vestidos.


Estábamos jugando a la WII al Mario Bros, esperando a que Mariele me avisara que me tenía que ir. En el juego Chase era Mario y yo era la princesa Peach.


Estuvimos media hora aproximadamente hasta que Mariele apareció. Nos despedimos con un gran abrazo y con mucha pena, que un gran día como hoy terminara.



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